¡Qué numerito el de la eutanasia! Es decir, el del hombre que ‘ayudó’ a su esposa doliente a pasara al otro barrio.

Ha sido una muerte grabada ante las cámaras de RTVE, con la salida del héroe, esposado por la policía, mientras Pedro Sánchez prometía el indulto en Tele 5. Y lo prometía porque el señor Pérez-Castejón, es un hombre sensible, que sufre con el pueblo (¡qué no le ven sufrir!), siempre solícito ante las reclamaciones del débil. Sánchez se hace daño al andar porque, como tiene una cara tan grande, de vez en cuando se la pisa, y eso resulta doloroso.

Hermoso, muy hermoso.

Horas después, el eutanásico estaba libre, pero el objetivo estaba cumplido. Ni qué decir tiene que Sánchez ya ha amenazado a los jueces –no era necesario- con un indulto post-sentencia y a la sociedad española con una ley de eutanasia, a partir del cual nos ocurrirá como en los eutanásicos Holanda y Bélgica: los viejecitos permanecerán ojo avizor ante sus próximos, no vaya a ser que…

A mí todo esto me sonó a numerito bien preparado. Fue la noticia a la que más tiempo dedicó la TV pública en el informativo de máxima audiencia, donde -¡qué casualidad!- ya estaban preparados los vídeos de otros casos eutanásicos. Mientras, el señor presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, desde el canal hermano de Tele 5, se mostraba "sensible" y próximo, al detenido y a la eutanasiada, al tiempo que el presidente amenazaba a los jueces con el indulto y acusaba a PP y Ciudadanos de bloquear la ley de eutanasia del PSOE. Esta derechona…

Y todo esto resulta muy hermoso y nada forzado.

Con una ley de eutanasia, en España nos ocurrirá como en los eutanásicos Holanda y Bélgica: los viejecitos permanecerán ojo avizor ante sus próximos, no vaya a ser que…

El problema de Pedro Sánchez es que en el camino progresista del “caca-culo-pedo-pis”, es decir, aborto-masacre de embriones humanos-gaymonio-cristofobia- se había avanzado tanto que sólo le han dejado el consuelo del pis: la eutanasia. Y eso que la muerte digna se ha convertido en un sinsentido con los actuales avances en cuidados paliativos. Es igual: Sánchez necesita el pis, lo único que le han dejado sus predecesores progresistas (de izquierda y de derecha) y tiene que promulgar un ley de eutanasia a cualquier precio. Y en campaña electoral mejor que mejor.  

A mí todo esto me recuerda al libro La Hoguera de las Vanidades, de Tom Wolfe. Recuerden cómo describe el funcionamiento de la sociedad de la información. Una veitena de personas se ha reunido, armados con una gran pancarta para reivindicar no sé qué en Nueva York. Están fumándose un cigarrito hasta que se acercan la cámaras de TV. Entonces, despliegan la pancarta y empiezan a vociferar, mientras el portavoz suelta una proclama, un corto, para el telediario de turno. Cuando terminan, unos minutos, pliegan la pancarta y se vuelven a su casa.

Lo mismo con la eutanasia: Todo estaba preparado para narrar en directo el suicidio connivente... a mayor gloria del muy sensible Pedro Sánchez.

Y a todo esto: Si quieren suicidarse, que se tiren por el balcón cuando pueden, sin hacer connivente a un tercero (mejor, a un segundo porque recuerden: si no puedes dar la vida, no te apresures a otorgar la muerte).

El Señor de la Vida lo es también de la muerte.