El engaño está tan extendido que habrá que insistir: la fecundación in vitro (FIV), esa técnica que presume de ofrecer vida cuando lo que realmente hace es otorgar muerte. Veamos por qué.

La FIV consiste en algo muy romántico: mezclar y agitar el esperma del señor con los óvulos de la señora en un ‘vitro’. Por cierto, la señora suele estar hormonada como si fuera una vaca, para que produzca más óvulos de lo normal.

De este modo se consiguen embriones (es decir, seres humanos chiquitos) que luego se introducen en el seno de la señora para que se desarrollen.

Un pequeño detalle: en algunas clínicas FVI, el óvulo puede ser de la señora o de una donante anónima, al igual que el esperma pude ser de su esposo o de otro señor. Lo importante es el producto.

Naturalmente, si hubiéramos fabricado 10 embriones no le implantaremos los 10 sino, pongamos, cinco. Y naturalmente, si los cinco prosperan y la señora no quiere tener quintillizos -suele ocurrir- se procedería a los llamados abortos selectivos. Reduzcamos el número: si le hemos introducido tres y la señora, la pagana, sólo quiere tener uno, se abortaría a los dos menos viables… o así considerados.

El negocio de la vitro es mucho más rentable que el de las clínicas abortistas 

En plata, que la FIV suele conllevar muchos abortos selectivos.

Ahora bien, puede ser que no se hagan abortos, ‘stricto sensu’, sino que se utilizan técnicas pre-implantacionales. Me explico, se producen los embriones y se someten a un análisis “de calidad”: a ver cuál es el que le introducimos a la susodicha.

Dos cosas: no se puede hablar de abortos, dado que la OMS sólo entiende por aborto la muerte del embrión en el seno materno, no fuera, pero igual me da que me da lo mismo: o le he matado antes o le ha matado después.

Es más: en las clínicas FIV que presumen de no hacer abortos porque resulta que se dedican al diagnóstico pre-implantatorio la cosa es, si cabe, peor, dado que, para comprobar la capacidad de supervivencia y desarrollo del embrión, hay que proceder a un análisis que le impide quedar como embrión crioconservado… “para usos científicos”. Naturalmente, recuerden que con la utilización de embriones humanos como cobayas de laboratorio no se ha curado ni un resfriado.

En cualquier caso, si se elimina a los embriones tras introducirlos en el cuerpo de la madre es eso: un aborto, según la definición de la OMS. Si se hace por la vía del diagnóstico pre-implantacional no podemos hablar de aborto, según la terminología OMS, pero sí de eliminación de embriones: lo mismo me da que me da lo mismo.

Un ejemplo, el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) puede ser valorado por Morgan Stanley en más de 1.000 millones de euros

Eso es la FIV, que, sin embargo, pasa por ser transmisor de vida cuando es todo lo contrario.

Pero es un gran negocio, mejor que el de las clínicas abortistas. Ejemplo: asegura un diario económico que el “líder mundial de las clínicas de fertilidad es español está en venta”. Se trata, cómo no, del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), quien ha contratado a Morgan Stanley para que valore el IVI. A ser posible por encima de los 1.000 millones de euros.

Lo dicho: un buen negocio. A lo mejor, el 30% del IVI lo compran fondos éticos.