Antes se abandonaba al abuelo en la gasolinera. Ahora, gracias al progresista Gobierno del que gozamos y al proyecto de ley de eutanasia, ya podemos librarnos el abuelo de forma mucho más civilizada, regulada y, sobre todo, legal. Sin problemas con la justicia.

Empecemos por el principio: buena información del diario La Razón, del viernes​: el Gobierno progresista de don Pedro Sánchez pretende ampliar la eutanasia a casos de demencia y Alzheimer. Es decir, ampliar a gente que no pueda decidir por sí misma. Y en algo tiene razón, los enfermos del Alzheimer se ponen insufribles. Y algunos, incluso violentos.

Lo peor del suicidio asistido es el adjetivo: asistido. Si quieres matarte tírate por el balcón tú solito

En resumen: entreabriste la puerta… y se te coló la muerte (y el homicidio). Exactamente lo mismo que ocurrió con el aborto: se empieza por casos límite y se acaba abortando a quien te de la gana y como te venga en gana. Al final mataremos (‘eutanasiaremos’) a cualquiera por cualquier cosa.

Más. Lo peor del suicidio asistido es el adjetivo: asistido. Si quieres matarte, tírate por el balcón tú solito pero no líes a un tercero, a su conciencia… y a toda la sociedad.

Por otra parte, con los avances en cuidados paliativos, hablar de la eutanasia para evitar el dolor supone una grandísima hipocresía. Si quieres que no sufra, quítale el dolor aunque le hagas perder defensas y como resultado puedas acelerar el final. Eso no es matar, la eutanasia sí.

Con los avances en cuidados paliativos, hablar de eutanasia para evitar el dolor supone una grandísima hipocresía. Lo que ocurre es que el débil molesta

Lo que ocurre es que el débil molesta. Y en España, y en todo Occidente, ya existe una generación que pasa de cuidar de los niños a cuidar de los padres. Una generación emparedada que, además, dado que tiene que ocuparse de su ancianos prefieren no tener hijos.

Lo de la gasolinera era menos cruel. A fin de cuentas, siempre había alguien que te lo devolvía a casa.