Sesenta días encerrados en nuestros hogares, convertidos en nuestra propia cárcel y convertidos en nuestros propios carceleros. Y aquellas comunidades autónomas a las que han otorgado -¡qué bueno es Pedro, qué bueno es Pablo!- la Fase I se están comportando, según los medios informativos, de forma incívica, irresponsable e insolidaria, mientras el doctor Simón y el ministro Illa nos amenazan con más medidas de reclusión si el virus no remite. Como si el arresto domiciliario fuera el que acabara con el virus.

Sánchez e Iglesias -el resto son comparsas- advierten con posibles marchas atrás y amenazan con nuevos confinamiento-castigos. Que de lo que se trata, para entendernos, es de crear una ciudadanía dócil, sumisa, obediente a los dictados del Poder que, por cierto, aprovecha para caminar, a paso rápido hacia una dictadura bolivariana. O sea, comunista.

Así que urge hacer un llamamiento a la desobediencia. Españoles: ¡Venced al miedo, desobedeced, romped el confinamiento de Sánchez e Iglesias!

España es el confinamiento más drástico del mundo… y el nivel de contagio y muerte más alto del mundo

En primer lugar, porque el riesgo cero no existe. Hay que acabar con un confinamiento que sirve para poco y causa muchos males.

Buena prueba de ello es que España es el confinamiento más drástico del mundo… y, al mismo tiempo, el nivel de contagio y muertes más alto del mundo.

¿Qué van a hacer? ¿Detenernos a todos? 

¡Que nos detengan a todos! A ver si acabamos en la cárcel del bolivariano Pablo Iglesias. Y así despertamos

¡Pues que nos detengan a todos! A ver si acabemos en la cárcel del bolivariano Pablo Iglesias. Y así despertamos… y, paradójicamente, recuperamos la libertad que nos han arrebatado.

Además, el coronavirus está remitiendo pero no por el arresto domiciliario, mientras el encierro está destrozando, no sólo la economía, también está deshumanizando al hombre, privado de estrechar la mano a su vecino o de besar a sus padres y a sus hijos. Las normas contra el coronavirus pueden ser más o menos eficientes -en España han sido un desastre y una gran mentira- pero son deshumanizadoras.

Es cierto que no conocemos a nuestro enemigo, que este coronavirus es muy raro. Es cierto que la inmunidad humoral parece desesperantemente lenta y que la inmunidad celular nos costará meses certificarla. Pero también lo es que, aunque no sabemos por qué, y desde luego no gracias la confinamiento liberticida de Pedro Sánchez, el virus está remitiendo.

El coronavirus está remitiendo pero no por el arresto domiciliario, y el encierro está destrozando, no sólo la economía, también está deshumanizando al hombre

Pero lo que no remitirá, sino nos plantamos en defensa de nuestra libertad, es la sumisión al poder de los Picapiedra, quienes se están dando cuenta de que pueden hacer lo que les venga en gana sin apenas oposición. Y eso es más grave que el coronavirus.

¿O acaso le gusta vivir arrodillado, arruinado y humillado?