
No es que a Sánchez no le guste Huawei, es que la alternativa era inviable, tras el ultimátum de EEUU y las advertencias de Bruselas a Moncloa. En definitiva, estaba en juego el aislamiento de España de Occidente, algo muy arriesgado actualmente y en lo que no conviene profundizar.
El caso es que esta semana nos enteramos de que el Gobierno ha anulado un contrato firmado con Huawei para mejorar la red pública de fibra óptica RedIRIS, por “motivos de estrategia digital y autonomía estratégica”. Efectivamente, el contrato afectaba, entre otros, al Ministerio de Defensa.
La cuantía, 10 millones de euros, que no es mucho para este tipo de contratos públicos y tampoco es lo más importante, sino el hecho de que Moncloa ha roto con la multinacional china.
Esto enlaza con José Luis Rodríguez Zapatero, el hombre de Huawei en España, quien le ha prometido a Pedro Sánchez que ha roto con Huawei. Y la relación de ZP con la compañía china nos lleva inevitablemente a Telefónica. De hecho, el contrato anulado se había adjudicado a la teleco española para que instalara los equipos de Huawei en RedIRIS.
Por eso, a estas alturas de la película podemos afirmar sin temor a equivocarnos que, entre los chinos de Huawei y los venezolanos de Maduro, ZP está hundiendo a Telefónica. Sí, también Venezuela, mercado en el que la teleco va a invertir 500 millones de dólares en 2025-2026, según afirmó la directora financiera y responsable de Hispam, Laura Abasolo, durante la última presentación de resultados anuales. Esto, mientras acelera la venta del resto de filiales en Hispanoamérica, ¿comprenden?
No busquen la justificación en el mercado, sino en la relación de ZP con Nicolás Maduro. El español es el asesor y valedor del dictador y uno de sus principales apoyos internacionales… a pesar de las cada vez menos presuntas relaciones de Maduro con uno de los cárteles del narcotráfico más importantes del mundo.











