Los objetivos macroeconómicos de la UE -también llamadas reglas fiscales-, que fueron interrumpidos por la pandemia -y ya llevan 4 años interrumpidas-, consisten en lograr que cada estado miembro sufra un déficit que no sobrepase el 3% y una deuda del 60% del PIB.

Ayer el vicepresidente económico de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, dijo lo siguiente: “Es el momento de avanzar a posiciones fiscales más prudentes” en los países europeos, dado el contexto de alta inflación y subidas de tipos.

Dombrovskis añadió que, pese a la mejora de las previsiones económicas, "no hay tiempo para la complacencia", ya que el crecimiento es positivo, pero "bastante lento". "Es importante reducir gradualmente los déficits presupuestarios para que la política fiscal no contradiga a la política monetaria y no alimente la inflación, pero también a la vista de los costes de financiación más altos”.

Así que todo parece indicar que, próximamente, la UE comenzará a apretar otra vez las clavijas a los estados miembros. De hecho, se prevé que ya se empiece a hablar de ello en el próximo mes de marzo. 

Y en este contexto, no está de más recordar las horribles cifras de España. Por ejemplo, que la deuda pública llegó en noviembre pasado a su máximo histórico: 1,506 billones de euros, el 116% del PIB. Y somos el cuarto país europeo con un mayor nivel de deuda, tras Grecia, Italia y Portugal. 

Y en cuanto al déficit, en este momento España sufre un 4,5%, según cálculos de la AIReF. Según Eurostat, el déficit hasta octubre fue del 4,2%. 

Así que el Gobierno de Pedro Sánchez y Nadia Calviño va a dejar una herencia endiablada al siguiente Gobierno, que tendrá que pegar un hachazo al gasto público o debera mascararnos, todavía más que Sánchez, a impuestos...