Yannick Bolloré relevó a su padre en 2018
El clan Bolloré sonríe. Vivendi dejó atrás los nefastos resultados de 2022 (perdió 1.010 millones) para volver al beneficio en 2023. Ganó, concretamente, 405 millones. Todos los indicadores fueron positivos: la facturación subió un 9,5%, hasta los 10.510 millones, y su beneficio neto de explotación (Ebit) alcanzó los 847 millones, un 11,3% más que en el ejercicio anterior.
Prácticamente todas las divisiones tuvieron su momento de gloria, aunque si hay que destacar alguna esa es Canal+, que facturó 6.058 millones de euros, un 3,2% más. Le siguió Havas, con unos ingresos de 2.872 millones, un 3,9% más que el año anterior y el grupo editorial Lagardère, que facturó 670 millones. La compañía de videojuegos para pc y móviles, Gameloft, adquirida en 2016 tras una Opa hostil, fue la oveja negra del ejercicio, con unos ingresos de 311 millones, un 3% menos que en 2022.
Lo dicho, Yannick Bolloré, hijo de Vicent Bolloré, que relevó a su padre en 2018, puede estar satisfecho, aunque no tanto si mira hacia España, donde el grupo tiene el 12,8% de PRISA, empresa que aspiraba a controlar tras el 23J, pero que vio sus aspiraciones trucadas por la permanencia de Sánchez en La Moncloa.
Pero Vivendi no reduce su presencia en España a PRISA. También está en Havas y, desde 2022, en Tinkle, una de las compañías de comunicación más importantes del país. De esta manera, y como ya mencionamos en estas mismas pantallas, el grupo Bolloré, de raíz masónica, ya posee todo el triángulo: prensa (PRISA), publicidad (Havas) y comunicación (Tinkle).
Esto marcha.