El ajuste que quiere aplicar Telefónica en España no es un ERE al uso, ni mucho menos, porque las salidas no serán forzosas sino voluntarias, como exigen los sindicatos. Además, no serán 5.100, como planteó la compañía, sino muchos menos los afectados. Tal vez se queden finalmente en torno a 3.000, aunque la aspiración de Telefónica es que se apunten los 5.100 iniciales.

Ahora bien, no saldrán todos los que quieran hacerlo sino únicamente a los que la empresa dé el visto bueno. El ERE es voluntario para irse, sí, pero también forzoso para quedarse. Es decir, si un trabajador 'necesario' se quiere marchar con las condiciones pactadas, la empresa le dirá que no y no habrá más que hablar. En sentido contrario, un empleado 'no necesario' que no quiera marcharse, la empresa no podrá forzarle a que lo haga. En otras palabras, se trata de evitar que se marchen los que la empresa necesita y se queden los que la empresa no necesita.

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La fórmula tiene un riesgo: que no quiera marcharse alguno de los invitados a irse. No se le podrá forzar para que abandone -son salidas voluntarias-, pero las condiciones actuales para hacerlo no se volverán a repetir en un futuro cercano. Son los recalcitrantes, y probablemente no tendrán en el futuro otra ocasión como esta.

Porque, en realidad, más que de un ERE estamos hablando de prejubilaciones para mayores de 55 años con una antigüedad mínima de 15. En cualquier caso, las salidas quedarán acotadas a determinadas áreas de la empresa y en ningún caso se aplicarán a la generalidad de todas las filiales de Telefónica en España.

Por cierto, un alto directivo se preguntaba, ¿por qué no aplicar el ERE, no a 300 sino a 3.000 directivos? La expectación es máxima en el Distrito C de Telefónica.