Mientras la cúpula de la nueva Telefónica, con Marc Murtra y Emilio Gayo al frente, se estruja la cabeza para pergeñar su primer Plan Estratégico (¿será también el último?), el presidente ha dado la orden de deshacer, más pronto que tarde, la labor realizada por César Alierta y José María Álvarez-Pallete en Hispanoamérica.

Con sus aciertos y sus errores, que los hubo, por supuesto, Telefónica no se entiende sin su presencia en los países hermanos de Hispanoamérica. Conviene recordarlo, ahora que estamos en vísperas de la festividad de la Hispanidad. Telefónica sin Hispam queda reducida a España, Brasil, Reino Unido y Alemania, y en estos dos últimos de aquella manera y con un futuro incierto.

Pero vamos con Hispam, que el asunto tiene miga, porque los socios que se ha buscado Murtra son el mexicano Carlos Slim, dueño de FCC, Realia y, lo más importante, del Real Oviedo, y el francés Xaiver Niel, amigo de Macron, dueño de la teleco Iliad, competencia de Orange que en Francia utiliza la marca Free y de la mitad del diario Le Monde. La peculiaridad más sobresaliente de este multimillonario francés es que allá donde está quiere mandar y, claro, lo que suele suceder es que la lía gorda.

Al parecer, tanto Slim como Niel sí ven negocio en la región y mientras el mexicano se plantea comprar Telefónica Chile, el galo ya ha hecho lo propio con las filiales de Colombia, Ecuador y la última, esta misma semana, la de Uruguay. En total ha desembolsado 1.075 millones de euros.

También resulta pertinente recordar la férrea oposición de Slim, dueño de FCC, cuando Telefónica intentó entrar en México, su mercado natural que controla con América Móvil. De hecho, Telefónica nunca prosperó en aquel país. Ahora, Murtra está dispuesto a cederle filiales, para empezar, la de Chile.

Venezuela es un caso aparte, no por su éxitosa trayectoria, precisamente, sino por la vinculación del expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero con el régimen de Nicolás Maduro.

Sea como fuere, el problema de Telefónica y lo que marcará el nuevo Plan Estratégico: cómo compensar los ingresos que ya no percibirá de Hispam. Porque, como hemos explicado en Hispanidad, el mayor reto de la teleco no es reducir gastos -ni siquiera la deuda- sino aumentar los ingresos. Y aumentarlos al mismo tiempo que se jibariza, es como soplar y sorber al mismo tiempo: no puede ser y, además, es imposible.