Para que los sindicatos de clase, CCOO y UGT, sean popularmente (redes sociales) calificados como 'los comegambas', no basta con que haya exsindicalistas y trabajadores cabreados con la actitud de algún jefecillo, ni que las mariscadas de algunos dirigentes hayan pasado factura a sus dirigentes, a Joselu y Unai

No, apenas se necesita una corriente de antipatía contra unos dirigentes sindicales que han dejado de proteger a un proletariado que en buena parte ha dejado de existir y que sobreviven, no gracias a las cuotas de sus afiliados sino gracias al erario público que alimentan todos los españoles.

Si tuvieran que vivir de las cuotas de sus afiliados, desaparecerían en semanas

Sindicatos de clase... ¿de qué clase? CCOO y UGT ya no defienden los derechos de los trabajadores: se han convertido en delegaciones privadas financiadas con dinero público. Una vida fácil, a cambio de servirle de coartada al Gobierno. Y encima bobos: muerden la mano que les da de comer, que no es otra que la empresa. 

Gracias a ese dinero público han logrado evitar la muerte por consunción, porque si tuvieran que vivir de las cuotas de sus afiliados, CCOO y UGT durarían menos que un caramelo a la puerta de un colegio. 

Por cierto, San José Obrero no hacía huelgas.