Lo explicaba Rocío Orizaola en Hispanidad: María Jesús Montero nos vende la ayuda pública a la madre que decide afrontar la maternidad en solitario. Pues mire, no.

Un niño necesita un padre y una madre, necesita del componente masculino y de femenino. La maternidad no es una experiencia, es la participación del ser humano en el poder creador de Dios. 

Siempre hay que ayudar a la maternidad, sobre todo en una población tan envejecida como la nuestra. Ahora bien, ayudar a quien ha sufrido una desgracia o ha cometido un error, si esa es la causa de una maternidad en soltería -lo más habitual- sí, en ese caso la ayuda resulta pertinente. Ahora bien, si soy madre soltera porque sí, porque exijo ser madre sin que mi hijo tenga padre, entonces no. Entonces te las arreglas tú solita.

Por cierto, de bono crianza nada: salario maternal sería una denominación mucho más lógica: la mujer aporta a la sociedad aquello que la sociedad más necesita, hijos, futuros contribuyentes. A cambio, pierde en la competición laboral con el varón, por mucha conciliación que le echen.

Ahora bien, prescindir del padre porque soy muy feminista, oiga no. Un niño necesita de una madre y de un padre.