César Alierta padecía del corazón pero ha muerto por una pulmonía mal curada, a los 78 años de edad. Era un personaje poliédrico. Algunos decían que era demasiado amigo de sus amigos, que éstos le tomaban el pelo, pero lo cierto es que, al final, eligió como sucesor en la presidencia de Telefónica a quien era menos amigo pero sí al que consideró más preparado para el cargo: José María Álvarez-Pallete y no al otro candidato más próximo a su persona, Santiago Fernández Valbuena.

Hasta ahí un aplauso para Alierta. Ahora bien, cuando el 8 de abril de 2016, Pallete toma la presidencia lo hace con César Alierta en el despacho de al lado y hasta un ciego hubiese visto que Alierta controlaba todos los resortes de poder. Ya no gestionaría pero pretendía mandar. 

La cohabitación fue tan complicada que a Pallete, que siempre se ha comportado como un señor con su antecesor, le cuesta seis años largos configurar un Consejo de Administración a su medida... y ahora viene Pedro Sánchez y toma el mando por decreto: el Consejo salta en pedazos. 

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Vamos con el equipo directivo, el segundo gran cambio que pretende Pallete y que tenía que seguir a los cambios en el Consejo... y que estaba pensado para el centenario de 2024. Pues bien, los cambios tendrán que esperar, porque un nuevo consejo condiciona un nuevo equipo.

También en sus directivos había hecho cambios Pallete... porque también le costó un lustro largo separar a los aliertistas que, sencillamente, seguían funcionando a las órdenes de Alierta, fueran más próximo al PP o más próximos al PSOE.

Tercera pata: la gestión en la sucesión, Alierta era un gran financiero pero Pallete, además de financiero, era ingeniero. El presidente le dejó a su sucesor un regalo envenenado: la promesa al mercado de un euro por acción, a mantener durante una década. Pallete tuvo que empezar su gestión reduciendo ese euro a la tercera parte. Naturalmente, el mercado, ese club sin nombre formado por analistas que a veces ni saben qué produce la empresa y que sólo se guían por los números, le cogieron manía por la rebaja y se lo han hecho pagar. 

El triste destino de Telefónica: ¿quién manda?  

Como gestor el gran mérito de Alierta fue el de ser capaz de armar un equipo sólido en una empresa complicada, donde el espíritu funcionarial aún asoma la patita a cada instante, extraordinariamente politizada y... donde concluían los dos colectivos que rodeaban a César Alierta: los amigos y los profesionales. Benefició a sus amigos de forma descarada otorgándoles los cargos de mayor relumbre social pero no los más importantes. Al final, no eligió como sucesor al más cercano sino al más válido.

Eso sí, se negó a desaparecer del primer plano y eso fue un problema.

Descanse en paz, César Alierta.