Moncloa pretende que los que se marcharon de Barcelona, regresen. Se lo exige 'Puchimón'
En el entorno Caixa ya empieza a sonar de nuevo la cantinela de "las cosas de Madrid". Mala señal pero, sobre todo, consecuencia de la presión que el descarado Pedro Sánchez ya está ejerciendo sobre Caixa-Criteria-Caixabank para que regresen a Barcelona. Al menos la matriz, la Fundación, domiciliada ahora en Palma de Mallorca pero también el pez más grande del acuario: Caixabank.
Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, llamaba comunismo, con cierto pudor (desconozco el porqué) a este malhacer monclovita, en el que el gobierno impone a las empresas dónde pueden instalarse y dónde deben pagar sus impuestos.
Carlos Cuerpo, otro Calviño, otro Montero: si el PIB crece, no hace falta reducir el gasto público: ¿éste dónde estudió economía?
Es la España irrespirable que ha forjado el Sanchismo, donde el que no obedece los dictados de conveniencia del líder no es democrático. Ahora bien, Garamendi no tiene mucha fuerza tras haber firmado la reforma laboral con el Gobierno o el venenoso nuevo modelo para profesionales y autónomos.
Es igual, como lo exige 'Puchimont', Caixabank tiene que volver a Barcelona, intentado mantener los pantalones por encima de las rodillas, no más abajo.
Y así, la rueda de prensa del Consejo de ministros del pasado martes 9, con la metamorfoseada ministra portavoz, Pilar Alegría, exhibiendo sonrisa eléctrica, nos explicaba que las empresas españolas están muy contentas con un gobierno cuyo "sello' de identidad (sic) es la seguridad jurídica. Ahí tiene, señor Garamendi, otra oportunidad para negar la premisa mayor: no, las empresas españolas piensan justamente lo contrario: que el sello de identidad del Sanchismo es la veleidad, los caprichos de última hora, cambiantes por días, la conveniencia en lugar de la convivencia... y todo eso se traduce en lo contrario de lo que afirman Alegría y Carlos Cuerpo: la ausencia de seguridad jurídica, sometida a los caprichos del líder Pedro. Hoy me instalo en Madrid y mañana me obligan a volver a Barcelona.
Solución, aseguran Alegría y Cuerpo, no confundir con cuerpo alegre: nos gusta mantener la ley porque somos muy democráticos: entonces, no cambiaremos la ley, como exige Puigdemont pero si 'animaremos' a las empresas a que, 'motu proprio', regresen a Barcelona.
Con un PIB de camareros, no se reindustrializa España: sólo se endeuda
Sería la venganza de Puigdemont sobre Isidro Fainé, el hombre que, junto a Pep Oliú, del Sabadell, tomó la acertada de decisión de huir de la locura del 'Procés' hacia Valencia, Alicante o Palma de Mallorca. Les acompañaron 4.000 empresas, que hicieron lo propio.
Pues bien, ahora Sánchez, canino ante los miserables votos de Junts y demás orcos de Mordor, se niega a hacerlo por ley -una verdadera locura- y prefiere 'convencer' a Caixabank para que regrese, por propia iniciativa, a Barcelona, en la esperanza fundada de que el resto de los socios le seguirán, incluido el prófugo 'Puchi'.
Y si Sánchez tiene que disimular que ha cedido ante Puchi, en Caixabank tendrán que fingir que, después de todo, a lo mejor hay que plantearse la vuelta.
Es la España irrespirable de Sánchez: impuestos al alza, persecución de los emprendedores, control del IBEX y ahora... yo decido donde te instalas.
En paralelo, el nuevo ministro Carlos Cuerpo, otro Calviño, otro Montero (la mentirosa, no la majadera, Marisu, no Irene), intenta santificar el pecado. Asegura mister cuerpo que si el PIB crece, no hace falta reducir el gasto público. Es decir, continuará con el desastre Calviño del húndase España que su hundimiento me enaltecerá a mí. Persiste Cuerpo en sembrar la sensación de que no hay crisis porque el turismo y la hostelería nos siguen salvando el PIB. Y como el PIB de camareros que tenemos sigue creciendo, igual da que el gasto público marque su récord histórico para 2024, rondando los 200.000 millones de euros para 2024: ¿Dónde estudió economía Mister Cuerpo?
Mire usted, ministro,: el gasto público no puede crecer sin freír a impuestos a los españoles y, sobre todo, a los elementos más productivos: pequeños empresarios, profesionales y autónomos.
Así, con un PIB de camareros, no se reindustrializa España: sólo se endeuda.