Isidro Fainé aún se esfuerza en reivindicar al empresario como humanista. Esperemos que tenga éxito porque lo tiene un tanto difícil. El jueves clausuraba el congreso de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE), celebrado en Granada, con una frase que dejó a algunos en fuera de juego: "las personas deben sentirse queridas y reconocidas". Es decir, los trabajadores deben sentirse queridos y reconocidos. Incluso se atrevió con otra propuesta, no menos sorprendente en quien figura como el directivo actual con mejor currículo de España: con la explosión de la inteligencia artificial, ha llegado el momento de fomentar la inteligencia emocional. Aquí hay que aclarar lo que el presidente de CEDE y de Criteria y de la Fundación Caixa, entiende por esa cosa llamada inteligencia emocional y que tiene más que ver con sus conclusiones: "El verdadero líder empresarial entiende las máquinas pero aún entiende más los corazones". Ergo, eso nos lleva a algo aún más sorprendente: "Es imposible poner el alma en un algoritmo".

El discurso de Fainé tuvo como marco un Congreso CEDE en el que se dejó ver el divorcio total entre la clase empresarial y el Sanchismo

Con la que está cayendo, entrar en esas profundidades humanistas, ante un público formado por la flor y nata de los directivos españoles, tiene su aquel. Oiga, y en un congreso al que acudieron cerca de 2.000 ejecutivos, en su inmensa mayoría cabreados por el patético numerito de los dos amantes de Vallecas, Pedro y Yoli, encantados ambos de haberse conocido, y sus 230 medidas de Gobierno que, alguien dijo en el congreso CEDE, han debido ser redactadas por algún becario de Podemos.

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Esto es, en un congreso caracterizado por el divorcio total, me temo que irrecuperable por meses, entre la clase empresarial española y el gobierno socio-podemita o socio-sumarita, con el Frente Popular formado por socialistas, comunistas... a lo que en breve podremos añadir a separatistas catalanes y vascos y hasta a los proetarras, Fainé sale por eso derroteros (VER DISCURSO ADJUNTO). Es el mismo congreso en el que un importante directivo español me decía: "Sánchez odia a los empresarios y, además, es un ignorante en materia económica, sólo superado en ignorancia e incapacidad por su Yolandísima".

Fainé de origen pobre, creó la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE). Por su fe en Cristo, siempre ha entendido la gestión empresarial como el servicio a los demás

En este incomparable marco político-empresarial, Isidro Fainé cuenta con una ventaja: nadie le tiene que dar lecciones de pobreza. Su origen no puede ser más humilde, o sea más impecune, y encima ha creado la Fundación de asistencia a la miseria más importante de toda Europa, la Caixa. Es más, cuando tuvo que elegir entre presidir Caixabank, ser un banquero importante, o quedarse en la Fundación, eligió lo segundo. Y es que Fainé viene de la miseria y por su fe en Cristo siempre ha entendido la gestión empresarial como un servicio a los demás. Su lema viene de Teresa de Calcuta: "Quien no vive para servir no sirve para vivir". Y apunten este otro si quieren entender al personaje: "Las personas deben sentirse queridas y reconocidas".

Eso sí, en su discurso, Isidro Fainé cedió al miedo ante el cambio climático. Al parecer, no se puede luchar contra todos los tópicos al mismo tiempo y olvidó que el cambio climático no es una falsedad: sólo es una obviedad.

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Pero luego sí que acertó cuando, en lugar de hablar de la igualdad de la mujer, una falsedad en origen que a ver quién se atreve a enfrentar, habló de lo que está creciendo la desigualdad en el mundo, la desigualdad entre pobres y ricos, la de verdad, no entre mujeres y hombres, que, insisto,  es una desigualdad ficticia.

Su lema viene de Teresa de Calcuta: "Quien no vive para servir no sirve para vivir". Y también: "las personas deben sentirse queridas y reconocidas". Los trabajadores, también

Y enseguida volvió a su tema favorito, liderazgo entendido como servicio al prójimo: "Las empresas no son más que personas al servicio de personas". Y, naturalmente, liderar es ponerse al servicio de los demás... más que los demás.

Porque ya saben: es imposible poner el alma en un algoritmo. Sólo las personas merecen toda nuestra atención.

Es muy probable que no fuera esto lo que esperaban los cabreadísimos directivos españoles que le escuchaban con atención y que en los discursos precedentes, sobre todo los representantes de las patronales, no habían dejado de bramar contra Moncloa y no faltos de razón. Pero a lo mejor debería haberlo sido. Porque el problema de España con Pedro Sánchez en Moncloa no es un problema económico, que también. Es, sobre todo, un problema moral. O sea, muchísimo más grave, nada menos que un problema de justicia. Por eso el nuevo liderazgo debe poner en valor a la de siempre, a la persona, no al algoritmo, que no es más que un medio, nunca un fin.