El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha dado a conocer hoy el dato adelantado de la inflación de febrero.

En tasa anual, el Índice de Precios de Consumo (IPC) escaló hasta el 6,1% (frente al 5,9% de enero). 

La causa de esta subida ha sido el encarecimiento de la energía y que los precios de alimentos y bebidas no alcohólicas han subido más de lo que lo hicieron en febrero de 2022.

En cuanto a la inflación subyacente (sin alimentos no elaborados ni productos energéticos) ha ascendido nada menos que hasta el 7,7% (frente al 7,5% de enero). 

Recordemos que para el cálculo de la inflación subyacente se prescinde dentro del IPC de los componentes más volátiles -cuyos precios sufren grandes fluctuaciones debido a conflictos internacionales, malas cosechas, etc- entre los que se encuentra el índice energético (gasolina, gas, electricidad) y el índice de alimentos no elaborados (frutas, verduras, etc.) Por lo tanto, la inflación subyacente es el indicador que permite identificar con mayor precisión la variabilidad de precios en un corto tiempo. Es decir, que la inflación subyacente se usa para medir la escalada de precios tanto a corto como a medio plazo debido a que los factores transitorios son eliminados. Por otro lado, este tipo de inflación permite medir los resultados de la política monetaria en un país, ya que se excluyen los elementos internacionales. 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dijo ayer en una entrevista en Telecinco: "Hay que ir viendo cómo evoluciona la inflación durante los próximos meses. Contemplamos una ligera alza, pero luego una bajada de los mismos a lo largo de los próximos meses como consecuencia de que ha habido en las últimas semanas una subida del precio de la energía”. Y añadió: "Somos de los países que más recursos públicos hemos destinado a las rebajas del IVA tanto de los alimentos como de la energía".  

Pues menos mal, porque si no llega a implantarlas…, ¿dónde estaría ahora la inflación?