El caos de Indra puede superar al de Telefónica, que ya es mucho decir. La compañía que preside Ángel Escribano celebrará el martes 28 un consejo de administración… ¿trascendental? Depende de cómo se desarrolle y, sobre todo, de lo que apruebe.

En estos momentos, paradójicamente, hay más tensión fuera de la compañía que dentro, concretamente entre Margarita Robles, ministra de Defensa, y Manuel de la Rocha, jefe de la Oficina Económica de Moncloa. Y es que a Robles no se le ha pasado el cabreo de hace dos semanas al comprobar la incapacidad de Indra para cumplir los plazos de entrega, especialmente del vehículo 8x8, en el que EM&E también es decisiva.

Robles está harta de los “negocietes” que se traen entre manos los Escribano ‘brothers’ y De la Rocha. Si por ella fuera, al ser una empresa de Defensa estratégica para España y Europa, Indra debería ser pública cien por cien. Y lo mejor es que en Moncloa le apoyan… por lo mal que está saliendo el control de Telefónica y de la propia Indra. Además, en la sede del Gobierno Sánchez no ha gustado nada la guerra de dosieres que adelantó Hispanidad.

Ahora bien, de la misma manera que le apoyan, también reconocen que actualmente es muy complicado, entre otras razones, por el subidón de Indra en bolsa, que ha disparado su valor por encima de los 8.100 millones de euros. En 2024 apenas superó los 3.000 millones.

Nacionalizar Indra ahora supondría un desembolso imposible, también desde el punto de vista político, pero, sobre todo, supondría llenar los bolsillos de los Escribano, Aperribay y compañía, que entraron en la compañía al albur del nuevo presupuesto de Defensa y con permiso de Pedro Sánchez, naturalmente.

Sea como fuere, el mensaje de Margarita es tajante: no se pueden repetir los retrasos en las entregas. A la ministra no se le ha pasado el cabreo del otro día.

Volvamos al Consejo del martes 28, que podría ser trascendental o mantener un perfil bajo si sólo aprueba cerrar la compra de Hispasat a Redeia y no aborda la compra de EM&E por Indra.

Efectivamente, mientras la capacidad industrial de Indra está en entredicho, los Escribano ‘brothers’ continúan con su plan para vender su empresa EM&E a Indra a por cerca de 2.000 millones de euros, un precio a todas luces desorbitado que no aguantaría ni media auditoría medianamente independiente.

La composición del Consejo es vital y la reunión del martes abordará varias renovaciones,algunas de miembros de la comisión presuntamente independiente creada para analizar la compra de EM&E.

Una de ellas es la de la consejera Belén Amatriaín que, en principio, se pronunció en contra de la cacicada, pero que, como adelantó Hispanidad, está en clara minoría tras la dimisión de Bernardo Villazán, en verano. Curioso, porque el profesor, que nunca se caracterizó por levantar la voz en el Consejo, sólo dimitió de la comisión especial y no del Consejo. Ahora afronta su renovación.

Amatriaín está sola porque los otros dos miembros de la comisión, presuntamente independientes, Eva Fernández y Josep Oriol, ven con buenos ojos que Indra compre EM&E y que los Escribano ‘brothers’, además de dar el pelotazo de su vida, continúen mandando en Indra.

En cualquier caso, la decisión sobre la operación abyecta no se tomará el martes, presumiblemente, aunque todo puede suceder, porque el tiempo no corre a favor de Ángel y Javier. Por un lado, porque en noviembre vence el primer plazo del préstamo que solicitaron para comprar su participación en Indra y necesitan dinero, en segundo lugar, Indra continúa subiendo en bolsa -este lunes un 7%- y cuanto más valga, peor para ellos, ya que perjudica el canje de acciones entre Indra y EM&E. Esa es una de las razones por las que el último informe conocido, del Santander y JP Morgan, valoraba EM&E en cerca de 2.000 millones de euros.

Es una barbaridad injustificable: ¿Cómo es posible que una empresa que facturó 400 millones, en su mejor año y gracias a los contratos de la propia Indra, se compre ahora por 2.000 millones?