Warren Buffett es admirado en el mundo entero, principalmente por el éxito de sus inversiones que le han convertido en uno de los hombres más ricos del planeta, con un patrimonio valorado en más de 100.000 millones de dólares. Como millonario progre destacado y fiel súbdito del Nuevo Orden Mundial, Buffett forma parte del selecto club de filántropos del mundo en el que también participa su colega Bill Gates, así como George Soros.

El conocido como Oráculo de Omaha se ha creado una imagen de sí mismo como persona no se sabe si austera o avara -vive en la misma casa que compró en los años 70-, que mantiene una vida sencilla, sin grandes lujos, y actualmente centrada en su labor filantrópica. Es tan generoso que, incluso, comparte sus experiencias inversoras con el resto de la humanidad y lo hace de manera desinteresada. No como el malvado George Soros, que no dudó en poner en riesgo las finanzas del Reino Unido con tal de hacerse milmillonario.

Buffett no es así. Sin embargo, entre él y Soros -y otros filántropos como los Gates o Jeff Bezos- hay una cosa en común: su empeño en promocionar el aborto, algo mucho peor que hundir la libra esterlina o explotar y enriquecerse con un monopolio como el de Microsoft.

Efectivamente, a sus 92 años de edad, Buffett ha donado acciones por valor de 750 millones de dólares a organizaciones proabortistas como Planned Parenthood, según la agencia AP. Y lo ha hecho a través de las cuatro fundaciones que tiene su familia: la Fundación Susan Thompson Buffett (nombre de su difunta esposa), la Sherwood Foundation, la NoVo Foundation y la Howard G. Buffett Foundation, las fundaciones de sus tres hijos.

Buffett, además de un inversor de referencia, es un abortista destacado. En los últimos 22 años ha donado 4.700 millones de dólares para impulsar la matanza de niños en el seno materno. Según el abortista Instituto Guttmacher, con las donaciones de Buffett se pueden pagar 4 millones de abortos de 20 semanas.

No, Warren Buffett no es un filántropo bueno, aunque conduzca su propio coche y viva en su casa de toda la vida. 

Por cierto, señor Buffett, agnóstico (no gnosis, no sabiduría) significa ignorante.