HSBC no logra remontar el vuelo después de tres años de un ambicioso plan de transformación que, entre otras medidas, ha supuesto la salida de 35.000 empleados en todo el mundo, el 15% de la plantilla.

La entidad, la mayor de Europa por activos aunque tiene su principal mercado en Asia, ha emprendido también un proceso de jibarización que le ha llevado a vender -noviembre de 2022- el negocio en Canadá a Royal Bank of Canada, por 9.680 millones de euros, cuyo impacto, se supone que positivo, se verá en las cuentas de 2023.

El beneficio neto aumentó un 17,6% pero fue gracias a un crédito fiscal

La filial en Canadá era rentable y ganaba dinero, según la entidad, pero la cuota de mercado no era lo suficientemente elevada y el grupo ha preferido centrarse en otros mercados como, por ejemplo, el asiático. Dicho de otra manera, el HSBC se está jibarizando.

Los resultados de 2022, publicados este martes, no han sido buenos. El beneficio antes de impuestos alcanzó los 17.528 millones de dólares, un 7,3% menos que en 2021, aunque el beneficio neto fue de 14.822 millones, un 17,6% superior al del año anterior, por un crédito fiscal.

Los ingresos operativos, por su parte, cayeron un 3,7%, hasta los 61.596 millones de dólares, con una nota positiva y otra negativa: la positiva fue el aumento del 23% de los ingresos por intereses, hasta los 32.610 millones, y la negativa, la caída del 12,6% de las comisiones, que no superaron los 11.451 millones.

Las primas anuales a la plantilla, sin embargo, fueron un 4% inferiores y no superaron los 3.500 millones de dólares

A pesar de la caída del beneficio, el sueldo del CEO, Noel Quinn, aumentó un 14%, hasta 6,7 millones de dólares al cambio (5,6 millones de libras), cantidad que podría aumentar hasta los 10,5 millones de libras si percibe el bonus a largo plazo. Este aumento contrasta con el recorte del 4% de las primas anuales a la plantilla, que no superaron los 3.400 millones de dólares.