Continúan las protestas de agricultores en España, que arrancaron el pasado 6 de febrero, y por ahora, sólo se han empezado a dar pasos para reducir la burocracia de la PAC, pero los verdaderos problemas son este tipo de ayudas (que exigen cada vez más condiciones ligadas al Pacto Verde europeo, la ley de Restauración de la Naturaleza, la ley española de Bienestar Animal,...), la Agenda 2030 y las importaciones. En este contexto, el estertor de la estupidez no ha permanecido callado: ahora Podemos quiere quitar el 80% del agua a vacas, cerdos, tomates, naranjas... Entonces, ¿qué comeremos, insectos? Lo más probable.

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El partido morado que lidera Ione Belarra no forma parte de Sumar y por ende, tampoco del Gobierno de coalición que preside Pedro Sánchez, sino que pasó al Grupo Mixto en el Congreso de los Diputados (el mismo al que ahora pertenece José Luis Ábalos, tras estallar el ‘caso Koldo’), por lo que necesita hacerse oír. Su última ocurrencia es una iniciativa para recortar el 80% del consumo de agua de regadío y ganadería intensivos que controlan fondos de inversión, con el fin de priorizar las concesiones a la agricultura y ganadería familiar. La iniciativa se votará en el Pleno del Congreso esta semana suena un tanto ridícula, porque cada vez quedan menos familias dedicadas al sector primario y porque sin agua, no habrá ni productos agrícolas ni ganaderos... y eso repercutirá no en los citados fondos sino en los consumidores, y además, al haber menos oferta de productos, cuya demanda es elevada, sus precios subirán sí o sí. ¿No sería mejor poner un impuesto a dichos fondos en lugar de reducir su cantidad de agua? Y ojo, los podemitas no sólo quieren quitar agua al sector agrícola y ganadero, también al turismo (la gallina de los huevos de oro de la economía española), proponiendo recortes de agua en zonas afectadas por la sequía, en beneficio de vecinos.

En el entretanto, Yolanda Díaz no se aclara, pero no pierde ocasión de hablar. La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, así como líder de Sumar, ha señalado que muchos productos se venden a precios inferiores al valor de su producción, pero que “en los problemas de la ganadería y la agricultura española, y europea, no se trata de un conflicto con la crisis climática, es que va todo unido”. Entonces, ¿en qué quedamos? “La emergencia climática, que es una evidencia que sufrimos en nuestro país de manera singular, somos un país especialmente vulnerable. Y desde luego la vida está por encima de todas las cosas, el planeta también”. Pero, ¿qué gana, la vida o el planeta, señora Díaz?

Y ojo, tras detectarse fresas traídas de Marruecos que tenían hepatitis A y que se regaban presuntamente con aguas fecales, este lunes, Ignacio Garriga, secretario general y vicepresidente de Vox, ha acusado al Gobierno Sánchez de financiar regadíos en el reino alauí y ha señalado que “no podemos permitir esta situación de máxima gravedad, de un peligro real, como se ha demostrado con el tema de las fresas y que puede estar pasando con otros productos”. Garriga no sólo ha pedido controles más férreos, sino también que se suspenda “hasta el último euro de fondos europeos” para financiar el sector agrícola marroquí y que se blinde “de una vez por todas y se proteja al producto nacional”. Mientras el Ministerio de Agricultura, Pesca Marítima, Desarrollo Rural, Agua y Bosques de Marruecos ha desmentido los rumores que circulaban en medios de comunicación y redes sociales afirmando la presencia del virus de la hepatitis A en las fresas marroquíes. ¿Qué esperaban de un país que gobierna el rey Mohamed VI, amigo de Sánchez?