La crisis energética no frena, sino todo lo contrario, como muestra el hecho de que el precio de la luz sigue encadenando un récord tras otro (el jueves alcanzará los 288,53 euros/MWh) sin ningún remedio efectivo a la vista. Y en este contexto, el ‘gran’ Pedro Sánchez ha cargado contra el sistema marginalista de fijación de precios, que en su opinión “ya no vale”, pero no ha señalado cómo sustituirlo. Se podría liberalizar el mercado eléctrico, aunque sería bastante complicado, o cambiar la energía que marca precio, aunque Sánchez no ha dado ninguna pista de cómo podría ser la alternativa: ¿la estará pensando?

El presidente del Gobierno maneja como nadie la política ‘kleenex’ de usar y tirar, menos con él mismo, por supuesto, y su próxima víctima podría ser la vicepresidenta ecológica, Teresa Ribera, que ahora echa leña a su pulso con las eléctricas. Eso sí, dentro de unos meses, en la primavera de 2022 según los mentideros, cuando el precio del gas recule (si es que lo hace), para que Sánchez se pueda colgar la medalla de haber bajado la tarifa eléctrica.

Sánchez no ha perdido la ocasión de ser cursi: “Europa debe actuar unida frente a la subida de los precios de la energía”, ha señalado ante los medios, y “somos fuertes cuando estamos unidos”, ha escrito en su Twitter

Tras cargar contra el sistema marginalista de precios y no dar alternativa, Sánchez ha dejado entrever el fracaso que ha tenido al plantear una compra conjunta de gas, como se hizo con las vacunas, en la primera sesión de trabajo de la Cumbre UE-Balcanes Occidentales. Sin embargo, no ha perdido la ocasión de ser cursi: “Europa debe actuar unida frente a la subida de los precios de la energía”, ha señalado ante los medios, y “somos fuertes cuando estamos unidos”, ha escrito en su Twitter.

Claro que la realidad ante tan ansiada unidad ha sido otra y los Estados miembro prefieren seguir comprando en solitario, a excepción de España, Francia, República Checa, Grecia y Rumanía, como se refleja en una Declaración Conjunta para afrontar la crisis energética. Eso sí, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha afirmado que estudiará la posibilidad de crear una reserva estratégica de gas y Sánchez considera que se debe garantizar dicha reserva “que nos haga menos dependientes de la energía que viene del exterior”.

Para compensar su fracaso, Sánchez ha lanzado un nuevo sofisma (es decir, una razón o argumento falso con apariencia de verdad): “En el mercado del CO2 los fenómenos especulativos nada tienen que ver con la transición ecológica”. El presidente debería recordar varias cosas: primero, que con el principio de que el que contamina paga se creó un mercado del CO2; segundo, que si se crea un mercado financiero, ¿cómo es posible que no haya especulación?; y tercero que el mercado del CO2 está muy ligado a la transición, sobre todo, al objetivo de reducir las emisiones.