La caradura del “amigo OlafScholz, como le denominó el propio Pedro Sánchez hace una semana en una fría rueda de prensa, ha quedado patente. Y es que el gobierno alemán se ha quejado ante Bruselas por el proyecto de considerar la energía nuclear como verde, pero al tiempo ha defendido que el gas natural, primera fuente de generación eléctrica de Alemania, sí tenga tal consideración... de forma temporal.

Alemania rechazan la inclusión de la nuclear como verde porque “es arriesgada y cara”, ha señalado el vicecanciller y ministro de Economía germano, Robert Habeck, en una declaración junto a la ministra de Medio Ambiente, Steffi Lemke. Unas palabras que no extrañan, teniendo en cuenta que Alemania empezó el año dando el pistoletazo de salida a su apagón nuclear, con el cierre de tres de sus seis centrales. Y por si esto no bastara, el gobierno alemán aludió a que “no se puede olvidar que se produzcan accidentes graves con grandes riesgos transfronterizos y a largo plazo para las personas y el medio ambiente” y a la cuestión de dónde almacenar los residuos radiactivos. Un argumento que se puede tumbar fácilmente, pues en los últimos 40 años, sólo ha habido los accidentes de Chernóbil y Fukushima. Tanto Habeck como Lemke pertenecen al partido de Los Verdes germano, pero deberían tomar ejemplo de los verdes de Finlandia, por ejemplo, que sí defienden la nuclear.

Alemania rechaza la inclusión de la nuclear como verde porque “es arriesgada y cara”, señala el vicecanciller y ministro de Economía germano, Robert Habeck... que pertenece a Los Verdes... debería copiar de los verdes de Finlandia, que sí defienden la nuclear

Paralelamente, en España, la vicepresidenta primera -la más económica- y la tercera -la más ecológica-, Nadia Calviño y Teresa Ribera, han rechazado la inclusión tanto de la nuclear como del gas en el etiquetado verde europeo, en un artículo escrito en Expansión. Esta es la postura de España, a pesar de que la descarbonización no es viable sólo con las renovables, se necesita la nuclear, y de que si esta última se saca de la ecuación aumentarán los precios de la electricidad.

Eso sí, Calviño y Ribera no dudan de que tienen la razón, aunque afirman que “no se trata de cuestionar” la nuclear y el gas, “ni tan siquiera de minimizar su papel en la transición y política energética europea”, ¿y entonces? De “un lenguaje común para clasificar las actividades que contribuyen sin riesgo a descarbonizar de la manera más rápida posible nuestra economía y usarlo como herramienta para orientar las inversiones de forma coherente con los objetivos de lucha contra el cambio climático”. Ambas vicepresidentas socialistas olvidan que la nuclear casi no emite CO2 y tiene muchas menos emisiones en todo su ciclo de vida que otras renovables. ¡Eso no es coherencia, señoras!  

Ambas vicepresidentas hablan de “orientar las inversiones de forma coherente con los objetivos de lucha contra el cambio climático”, pero olvidan que la nuclear casi no emite COy es la energía con menos emisiones en todo su ciclo de vida. ¡Eso no es coherencia, señoras!

Pero Calviño y Ribera también muestran su caradura: “España siempre ha abogado por una clasificación basada en la ciencia y la evidencia, útil y creíble. La propuesta de clasificar el gas y la energía nuclear como sostenibles, otorgándoles el mismo tratamiento que a tecnologías verdes incuestionables como las renovables, envía una señal confusa a los mercados financieros y corre el grave riesgo de ser rechazada por los propios inversores”. Es más, llegan a referir que la inclusión en la taxonomía verde “de energías más costosas y contaminantes”, aunque la nuclear no sea esto último, “distraería fondos e inversiones que podrían destinarse en la dirección correcta: las tecnologías renovables, que son el elemento clave para lograr la sostenibilidad de nuestros sistemas energéticos en el medio y largo plazo”. Ojo, porque no hacen ninguna alusión a la inestabilidad de las renovables y a que hoy por hoy no garantizan el suministro.

emisiones de la nuclear y otras energías