
Por fin, Bruselas se ha atrevido a tomar una medida restrictiva frente a las empresas chinas que campan a sus anchas en Europa mientras el gobierno chino les hace la vida imposible a las que intentan instalarse en su país. Hablamos de vetar a los fabricantes chinos de dispositivos médicos de las licitaciones públicas superiores a los 5 millones de euros. La medida entrará en vigor en julio.
No se trata de un castigo, sino de “nivelar el terreno para las empresas europeas”, según el comisario de Comercio y Seguridad Económica, Maros Sefcovic. Y cuidado con la picaresca, porque la medida también afectará a las empresas que logren los contratos públicos, aunque no sean chinas, si más del 50% de sus dispositivos médicos son chinos.
La medida se ha tomado después de meses de negociación, que no han llegado a buen puerto. Aun así, la vía del diálogo sigue abierta. Y es que la desigualdad entre el trato dispensado por china a las empresas europeas y el de la UE a las empresas chinas ha sido enorme. Según el informe europeo, el 87% de las licitaciones públicas en el sector médico en China tienen medidas excluyentes y discriminatorias para las empresas de la UE.
Todo esto sucede mientras Bruselas continúa negociando con EEUU para que rebaje los aranceles del 10%. Lo tiene difícil y muchos en Bruselas dan por hecho que ese será el porcentaje mínimo que aplicará la Administración Trump en las próximas semanas.