En 2008, cuando se fecha el inicio de la crisis bancaria por especulación (la de 2023 no es crisis bancaria, es crisis de deuda) los trabajadores del sector bancario español superaban los 278.000 empleados. Catorce años después, la plantilla total ha descendido hasta los 130.000. Es decir, se ha perdido más de la mitad del empleo.

Si consideramos que la principal función de los bancos, su principal colaboración al bien común de la sociedad, más importante, que no la más rentable, aún que dar créditos, consiste en ser el sistema de pagos del país, y que para cumplir ese papel necesita, no sólo maquinaria, sino también personal, la conclusión es demasiado obvia como para que necesite ser escrita.

La solución, te dicen, es adecuarse a la era digital, pero ningún negocio ha triunfado cuando obliga a que sea el cliente, y no el propio negocio, quien se adapte a los cambios tecnológicos

Al dato anterior añadan este otro: el número de oficinas bancarias desde 2010, dos años después de la crisis, cuando las entidades se empiezan a plantear en serio el cierre de centros, era en España de más de 43.000 sucursales bancarias abiertas. El último ejercicio (2022) lo hemos cerrado con 19.000. Es decir, bastante menos de la mitad.

Y todo esto significa que... el servicio bancario al cliente se ha deteriorado, justo lo contrario de lo que asegura el sector y de lo que ahora, en sorprendente consenso preelectoral y comercial (recuerden la última y publicitadísima reunión de ese genio de las finanzas que es la vicepresidenta económica, Nadia Calviño) entre Moncloa y la patronal AEB ha dilucidado: el servicio al cliente va mejor que nunca.

No va mejor, va a peor, el trato al cliente bancario se ha despersonalizado. No hablo sólo del publico analógico, mayor de 60 años. El público joven, mucho más digitalizado, también protesta cuando no se le da un buen servicio y las máquinas, por mucha inteligencia artificial de la que se presuma, no pueden ofrecer el trato que los mortales adjudican a los mortales.

La solución tampoco consiste en cerrar todos los bancos y convertirnos a todos en clientes del Banco Central Europeo (BCE), entidad única, sometidos al euro digital y, ya puestos a dibujar la pesadilla, una moneda global

Ahora mismo, el principal problema del sector bancario español es el maltrato al cliente y la lejanía entre entidad y usuario. Cerrar oficinas y prejubilar empleados, desde luego, no es la solución, Aún así, en el sector te dicen que han sobrevivido a los espantosa época del precio del dinero al 0 por ciento gracias a esos recortes y que, por tanto, el ajuste continuará. La solución, te dicen, es adecuarse a la era digital, pero ningún negocio ha triunfado cuando obliga a que sea el cliente, y no el negocio, quien se adapte a los cambios tecnológicos.

Y la solución tampoco consiste en cerrar todos los bancos y convertirnos a todos en clientes del Banco Central Europeo (BCE), entidad única, sometidos al euro digital y, ya puestos a dibujar la pesadilla, una moneda global, camino de un mundo sin moneda donde, como ocurre con el bitcoin: el dinero se queda sin referencia.

Ese panorama es el que forjaría una tiranía global de consecuencias tirando a tenebrosas.

Volvamos al origen: me conformo con que los banqueros reconozcan que el ajuste permanente de plantillas y sucursales no es una buena noticia.