Por fin, con dos días de retraso, tras muchas horas de negociación y después de dos huelgas masivas, Caixabank y los sindicatos han firmado el ERE en la tarde de este jueves. Un ajuste, el mayor de la banca española, que afectará a 6.452 empleados, frente a los 8.291 iniciales (un 22% menos), y que supondrá el cierre de 1.534 oficinas, el 27,6% de la red total y alrededor del 70% de las sucursales que tenía Bankia.

Lo principal y por lo que más se felicitan los sindicatos: todas las salidas serán voluntarias. Además, habrá prejubilaciones a partir de 52 años, con el 57% del salario fijo anual multiplicado por 7, y hasta los 63 años. Además, pago del convenio especial con la Seguridad Social hasta los 61 o 63 años si se trata de mayores de 54 años. Estos últimos mantendrán, asimismo, la totalidad de las aportaciones al plan de pensiones del banco.

Para los empleados menores de 52 años, el banco ofrece una indemnización de 40 días por año trabajado con un límite de 36 mensualidades.

La negociación se ha cerrado con éxito, pero lo cierto es que la cúpula del banco está muy molesta, no con los sindicatos, sino con el Gobierno que, lejos de colaborar o, al menos, de mantenerse al margen, se ha dedicado a meter cizaña.

Recuerden a Nadia Calviño y a Yolanda Díaz criticando los elevados sueldos de los banqueros, en particular de aquellos con EREs en marcha, o la votación en contra del FROB (16% de Caixabank) a la remuneración del presidente, José Ignacio Goirigolzarri.

No ha sido fácil y, lo peor, no será el último.