Ya no es presidente del Gobierno, ahora es un líder. En la rueda de prensa de Pedro Sánchez con el premier canadiense, Justin Trudeau, se juntaron el hambre con las ganas de comer. Fue maravilloso.

Ambos líderes se sentían extraordinariamente regocijados de ser progresistas, palabra que a Trudeau no se le descolgaba de sus llamativos calcetines.

Y Trudeau aprovechó para defender su legalización del cannabis

Pero lo mejor fue lo de Sánchez: en la rueda de prensa conjunta habló en primera persona y también en segunda: “ambos líderes”: Justin y Pedro, Pedro y Justin. En cualquier caso: yo, Pedro Sánchez, vuestro líder.

Luego habló de liderazgos compartidos… desde una perspectiva progresista, ‘of course’. Ya lo dijo don Mendo: “desdichado el hambre guapo”.

Así, los jóvenes canadienses podrán hacerse drogadictos, pero el negocio no se lo llevarán las mafias. Es muy astuto

Justin no se iba a dejar ganar en progresismo. Ha legalizado el cannabis, algo a lo que no se ha atrevido Pedro, con el siguiente y profundo argumento: para proteger a los canadienses de las mafias. Es decir, para quitarle el negocio a las mafias, legalizo la droga y creo drogadictos a go-gó, pero eso sí, las mafias que se fastidien. Muy astuto.

Y el argumento aun es más profundo, porque nos lleva a que “todo lo que es debe ser”, Por tanto, como el asesinato es, y bastante habitual, lo que tenemos que hacerse es legalizar el homicidio. Y el robo.

Además, también había que legalizar el robo y el homicidio, tan habitual como los alucinógenos, contra lo que no podemos lucha

En cualquier caso, ambos líderes se entienden. Son el típico producto de la LODE: la realidad debe ceder ante la imagen, la tradición ante la moda y la verdad ante el tópico. Y nuestros valores consisten… en echar por tierra los valores cristianos. Es decir, son antivalores.

Y miren por donde, nadie preguntó a Pedro Sánchez por su tesis. Tampoco los periodistas españoles presentes.