El director del Centro de Coordinación de alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, dijo ayer que la evolución de la pandemia del covid-19 se encuentra en fase "claramente ascendente y es una consecuencia del comportamiento de los últimos días". "Hemos pasado unas vacaciones mejor de lo que deberíamos haber hecho y ahora estamos observando las consecuencias”.

Vamos, que, sin despeinarse, Simón echó la culpa del ascenso en los contagios a los españoles de a pie, que se han comportado con responsabilidad durante estas Navidades.

Pero, no contento con eso, Simón se atrevió a vaticinar sobre la nueva cepa británica del coronavirus -de la que ya hay 70 casos confirmados en España- que «su impacto, en caso de tener algún impacto, será marginal, al menos en nuestro país».

Acabáramos. ¿Acaso no recordamos la predicción de Simón sobre el efecto de la pandemia en España, allá por el mes de enero del año pasado?: "España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado”

¿No era el hombre el único animal que tropezaba dos veces en la misma piedra? Vamos, que el vaticinio de Simón sobre la cepa británica, después de haber hecho el ridículo con su primer pronóstico sobre el coronavirus, es como para echarse a temblar, si no fuera también absolutamente vergonzoso.

Sólo cabe pensar que el director del Centro de Coordinación de alertas y Emergencias Sanitarias sigue en su puesto para comerse todos estos marrones y que así no se los tenga que comer el ministro o secretario de Estado de turno… o el mismísimo presidente del Gobierno.