Sanidad ha prohibido cantar en los templos, porque cantar resulta contagiosísimo. Ya hemos informado de que tan brillante idea -o sea, la prohibición- fue proporcionada por la eximia científica-experta-técnica Margarita del Val, nada menos que en el semanario católico Alfa y Omega, editado por el Obispado de Madrid ¿No es genial?

Pues bien, al Ministerio de Sanidad le ha faltado tiempo para hacer suya la genialidad y ya ha prohibido cantar en misa.

A no más tardar, veremos a la inteligencia española, CNI, acercando la ‘orella’ a la puerta de los templos católicos, no vaya a ser que los peligrosos ultras católicos perpetren el cántico del Santo, Santo, Santo, momento en el cual se hará necesaria la presencia de los antidisturbios.

Ninguna broma: recuerden que Marlaska envió una unidad especial de antidisturbios de la Guardia Civil al Valle de los Caídos para vigilar a los peligrosos feligreses que acudían a misa a la basílica, así como agentes de la ‘secreta’ que vigilaban a los pérfidos benedictinos, seguramente alguno de ellos terrorista camuflado.

Porque en toda batalla eucarística, que de eso hablamos, hay dos tipos de atacantes. En primer lugar, están los medios lelos, que colaboran entusiastas contra la pandemia con ideas tan brillantes como la de prohibir el canto. Esos no saben lo que hacen porque no saben lo que deshacen. Pero en tanto que borregos de inercia, se muestran capaces de capaces de movilizar piernas y embotar corazones, por lo que resultan de una utilidad extraordinaria.

Entre ellos, se apuntan, por ejemplo, el presidente de la Junta de Andalucía, de derechas de toda la vida, don Juan Manuel Moreno, quien en plena pandemia, atemorizado ante el virus propuso suprimir la comunión por antihigiénica. La confusión entre higiene y pureza ha constituido una de las constantes de la humanidad.

Para quien mueve los hilos, el objetivo último es trocar la Eucaristía por la adoración de la Bestia

Luego está un segundo grupo, que sí sabe lo que hace y cuál es el objetivo final: el Santísimo. Y mucho me columbro que algunos miembros de ese grupo visten sotana. Sí sotana, a la antigua.

En serio: van a por la Eucaristía. Por ejemplo, la siguiente idea de don Salvador Illa, católico de toda la vida, idea que será ofrecida por sesudos científicos y por razones sanitarias, naturalmente, podría ser la prohibición de la comunión de los fieles por antihigiénica e infectante. Se admiten apuestas.

Sólo espero, que los majaderos tipo Salvador Illa o Juan Manuel Moreno no cuenten con colaboración interna de clérigos. Porque determinados movimientos y hábitos en ‘la curia’ parecen indicar que algunos jerarcas eclesiásticos intentan ‘reformar’ la Eucaristía.

Y esa reforma se concretará en, de una y otra manera, poner tan difícil la ingesta del Cuerpo de Cristo, tan inalcanzable el santo sacrificio que, a la postre, habrá que suspenderlo, o sea eliminarlo.

Recuerden: la Iglesia no puede vivir sin Eucaristía, el católico tampoco, la humanidad, aunque no lo sepa, menos aún.

Y para quien realmente mueve los hilos de la degeneración actual, el objetivo último es trocar al Eucaristía por la adoración de la Bestia.

¿Es que nadie va a caer en la cuenta de que estamos viviendo un ataque directo contra la Eucaristía, que es la vida de la Iglesia? 

En cualquier caso, a día de hoy, ahora mismo, ¿nadie va a caer en la cuenta de que, con la excusa del coronavirus, estamos viviendo un ataque directo contra la Eucaristía?

Eso sí, como siempre concluyo: Dios no pierde batallas, ésta, tampoco. Aunque parezca que la estamos perdiendo la historia del cristiano es siempre la misma: de derrota en derrota hasta la victoria final.