Informa el portal Washington Times, que el think tank Judicial Watch ha contrastado que en 352 condados de más de 29 Estados, existían más votantes registrados que electores con derecho a voto. En total, una cantidad de 1,8 millones de votos, que procederían de condados donde se habrían emitido un número de votos superior al número de ciudadanos con derecho a voto del territorio. Este fenómeno se ha producido particularmente en Estados clave que paralizaron el recuento y prorrogaron el mismo durante días como es el caso de Michigan.

Precisamente en Michigan siguen recibiéndose informaciones de numerosas irregularidades. Al “milagro” de la aparición de votos que denunciábamos días atrás, se une ahora el de la manipulación del software del sistema de votación. Así como ha denunciado Laura Cox, presidenta del Partido Republicano de Michigan, en el condado de Antrim, un “error” en el sistema de votación electrónico, otorgó 6.000 votos que iban destinados a Donald Trump al candidato demócrata Joe Biden que, como consecuencia de ello, se alzó victorioso en dicho condado. Como ha informado Cox, este mismo sistema se ha utilizado en más cincuenta condados de Michigan, con lo que el fraude podría ser todavía mayor.

La avalancha de posibles fraudes ha hecho que la presidenta del Partido Republicano, Ronna McDaniel haya anunciado que el partido ha conformado un equipo jurídico en los Estados de Georgia, Michigan, Pensilvania y Arizona para poder impugnar los posibles fraudes. McDaniel ha puesto de manifiesto la incoherencia demócrata, señalando que “Los demócratas y sus amigos de los medios de comunicación se han pasado cuatro años hablando de la trama rusa que manipuló las elecciones de 2016. Sin embargo, ahora quieren ignorar las irregularidades existidas en estas elecciones y atribuirse la victoria sin investigar las mismas”.

La actuación del presidente Trump ha recibido el apoyo de los senadores republicanos Lindsey Graham y Ted Cruz. Graham, quien además es el presidente del Comité Judicial del Senado, ha afirmado que el equipo legal del presidente debe perseguir y expulsar los votos que se han introducido ilegalmente en las urnas. Por su parte, Cruz ha afirmado que los fraudes concurrentes suponen una vulneración de las leyes electorales, y que avoca a la intervención del Departamento de Justicia y el Tribunal Supremo para garantizar la defensa de la legalidad.

Más contundente si cabe ha sido el expresidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Newt Gingrich quien ha afirmado que “están viendo un esfuerzo por robar la Presidencia de los Estados Unidos por parte del Partido Demócrata y los medios de comunicación”. Y ha afirmado que estamos ante el mayor escándalo político de la historia del país y ante la mayor crisis institucional desde la Guerra Civil.

Mientras siguen conociéndose cada día más irregularidades y cada vez más flagrantes, los medios de comunicación sitúan ya a Joe Biden en la Casa Blanca. Por supuesto, quién siga cuestionando este extremo, será censurado y lapidado públicamente.

En cualquier caso, ls elecciones presidenciales no las ha ganado Joe Biden: las ha ganado el odio global hacia Donald Trump. Por la simple razón de que el Nuevo Orden Mundial (NOM) no puede aceptar que un cristiano esté al frente de la prrimera potencia del mundo.