• El consejero delegado presenta el plan estratégico 2016-2020, que lo fía todo a un barril de petróleo en 50 dólares (mínimo).
  • También se compromete a reducir un 45% la deuda en cuatro años: de los 14.400 millones actuales a 6.500.
  • El grupo prevé desinversiones en activos no estratégicos de 6.200 millones, sobre todo en exploración y producción.
  • Y un ahorro por eficiencia y sinergias en la gestión de activos de 2.100 millones anuales.
  • A la bolsa no le convence: la acción cae en torno al 4%, con un Ibex en verde.
El consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz (en la imagen), ha presentado este jueves las grandes líneas del plan estratégico de la petrolera (o más gasera, como él mismo ha reconocido) para el periodo 2016-2020. Con convicción, seguro de sí y elegante en las formas -como es Imaz-, se ha comprometido a varias cosas para contentar a todos: accionistas, inversores, analistas. La idea es crear valor en un contexto de bajos precios del petróleo. Otra cosa es que no haya convencido a la bolsa, que penaliza hoy el valor con caídas en torno al 4%, con un Ibex al alza ( 0,5%). Dos menudencias, antes de ir a más. La primera, que el presidente, Antonio Brufau, ha optado por escucharle como uno más. En primera fila, pero como uno más. Ha cedido todo el protagonismo a su Ceo, también en el turno de preguntas, la mayoría de ellas ya contestadas durante su exposición. Imaz se sabe al dedillo la última rendija de la compañía. La segunda menudencia, más técnica. Todo el plan de negocio, eficiencia, inversiones y desinversiones, previsiones y magnitudes parten del supuesto -"conservador", según Imaz- de un barril de petróleo a 50 dólares. "Vamos a gestionar el grupo como si el barril hubiera venido a quedarse a 50 dólares, aunque no se va a quedar", ha dicho varias veces Imaz. Con esa base de cotización, "el escenario más ácido", todo lo demás está garantizado. ¿Qué pasaría si el petróleo cayera a 30 ó 20 dólares? Ese extremo no se contempla. La lógica, según Imaz, indica lo contrario. Junto a eso, el consejero delegado ha defendido a capa y espada que la compra de la canadiense Talisman fue una opción acertada. Ha insistido en ello por activa, por pasiva y por perifrástica. Y se ha remitido a la rueda de prensa de diciembre de 2014, cuando explicó la compra, para asegurar que las previsiones anunciadas entonces se han cumplido. Talisman ha permitido a Repsol aumentar su producción hasta los 700.000-750.000 barriles diarios, frente a los 300.000 del año 2012. Se confirmará, no obstante y con creces, cuando el petróleo esté a 70 dólares, por ejemplo, y no a los 62 en los que cotizaba cuando la compró. Ha insistido en que fue "en la parte baja del ciclo" de precios. A partir de aquí, lo concreto. A los accionistas les ha prometido que mantendrá el dividendo de un euro por acción (con la fórmula de scrip dividend, opción entre efectivo y acciones), que podría incluso crecer más si el negocio mejora más de lo previsto y sin poner en cuestión la situación financiera del grupo. Al nivel que cotizan ahora los títulos (en torno a 12 euros), la rentabilidad ronda el 8%. En clave de previsiones -mirando a los analistas- se ha comprometido a reducir un 45% la deuda hasta el año 2020, que rondaría los 6.500 millones de euros, frente a los 14.000 millones actuales. De hecho, la petrolera prevé generar una caja de unos 10.000 millones en el caso más adverso y de 20.000 millones en su escenario base, que contempla un alza del crudo de hasta 90 dólares. Reduciría así la deuda asumida por la compra de Talisman, sin que se resientan los dividendos. De acuerdo con la previsión de ingresos, el ebitda (resultado bruto de explotación) oscilaría, según los escenarios (más o menos adversos), entre 7.900 y 11.500 millones de euros. Para ello tendrá que cumplir un ambicioso programa de eficiencia, ahorro, sinergias y desinversiones, a las que se añade otro de optimización en la gestión en la cartera de activos de upstream (exploración y producción). Las desinversiones previstas suman 6.200 millones, repartidas al 50% entre el bienio 2016-2017 y 2018-2020. Esas desinversiones afectarán más a los activos no estratégicos del área de upstream que a donwstream (refino y comercialización). Imaz ha dejado claro que no se venderán "las joyas de la Corona o de la abuela", ni está en venta el negocio de butano ("es un negocio de la casa", ha dicho), y tampoco rebajará su participación del 30% en Gas Natural Fenosa (GNF), algo que no gustará a La Caixa (controla el 36%) porque asegura "una opcionalidad tanto financiera como desde el punto de vista estratégico". En paralelo a las desinversiones, Imaz ha puesto en valor también las inversiones previstas, que ascienden a 23.000 millones de euros. Ahorro de costes. Imaz ha calculado que se ahorrarán 2.100 millones al año desde 2018: unos 1.500 en gastos operativos y 600 de inversiones. Y de las sinergias por integración de Talisman, otros 320 millones. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com