La Iglesia vive de la Eucaristía” escribió San Juan Pablo II y “la Eucaristía hace la Iglesia”, añade el Papa Francisco (esta es una cita que, no entiendo por qué, Pablo Iglesias, tan admirador de Francisco, nunca cita). Y si la Iglesia no puede vivir sin la Eucaristía, el católico tampoco.

Juan Antonio Reig Pla, obispo de la diócesis de Alcalá de Henares, es el único prelado español que mantiene las misas públicas. ¿Esto significa que está incumpliendo la ley? Pues eso es lo curioso: no. El decreto del estado de alarma tiene trampa pero no prohíbe expresamente las eucaristías, como si han hecho otros gobiernos, por ejemplo el de Roma y el de Berlín. Lo que dice el decreto de Sánchez es que sólo se puede salir de casa para actividades esenciales y que, en toda concentración -salvo que la autoridad considere que hay peligro de contagio y la prohíba, que lo hará- lo que se exige es guardar la distancia mínima de un metro entre persona y persona.

Iglesia hibernada: ¿cuánto pueden aguantar los católicos sin confesar ni comulgar?

Desgraciadamente han sido los propios obispos españoles los que han interpretado la norma oficial de esta guisa: se suprimen las misas públicas y exoneramos a los fieles del cumplimiento del precepto dominical. Y aquí paz y después gloria… creo. En definitiva que, en la práctica, los obispos han ido más allá que el propio Gobierno español.

Pedro Sánchez ha hibernado la economía y los obispos han hibernado la Eucaristía… que es hibernación más arriesgada aún.

Y es ahí cuando ha surgido el obispo Reig Pla, titular de Alcalá, enemigo jurado de la progresía, que le califica de “ultra” por el extremismo de aplicar la doctrina cristiana, para lanzar dos mensajes: no se puede privar a los fieles de la Eucaristía y -segundo mensaje- la Eucaristía, porque en ella se produce la transustanciación, constituye el Cielo en la tierra. Dos mensajes que, para entendernos, representan uno sólo, son fusionables.

Tras la prórroga del confinamiento, los prelados españoles no han aclarado la situación. Al parecer, la prórroga de Moncloa afecta a la Eucaristía

Porque claro, a ver si va a resultar que el problema no está en la cristofobia rabiosa (que sí, que es rabiosa) del Gobierno frentepopulista, formado por socialistas y comunistas, con el apoyo de los separatistas… igualmente anticlericales. A ver si el problema está dentro y resulta que si Sánchez ha hibernado la economía, los obispos han hibernado la Eucaristía. Piénsenlo así: ¿cuánto pueden aguantar los católicos sin confesar ni comulgar?

Y más: sorprende que, tras la prórroga del confinamiento general, los obispos españoles ni tan siquiera hayan aclarado la situación a los fieles. Que sé yo, si algo ha cambiado o si la norma del 15 de marzo debe ser reinterpretada…

Lo que nos lleva a un segunda pregunta: ¿ha llegado el momento de la Iglesia clandestina, que siempre conlleva martirio? Pues, a lo mejor, sí. Es cierto que el martirio no hay que buscarlo, aunque un católico siempre tiene que estar dispuesto a ello por coherencia. Regresemos a san Karol Wojtyla, cuando afirmaba que el martirio del siglo XX (lo aplicaremos al siglo XXI, por necesidades del guión) es la coherencia.

¿Ha llegado el momento de la Iglesia clandestina, que siempre conlleva martirio? Pues, a lo mejor, sí

Si la Iglesia no puede vivir sin la Eucaristía (ni sin los sacramentos, especialmente con el previo a la Eucaristía, que es la Penitencia), los obispos tampoco pueden dejar a los fieles sin Eucaristía y lo lógico -“lo sensato”, que diría el precitado Pablo iglesias- es oficiar el Santo sacrificio y ofrecer la comunión a los fieles… cueste lo que cueste y aunque te cueste la vida.

¿Tanto como la vida? Pues a lo mejor sí. No vaya a ser (tercera vez que cito al vicepresidente del Gobierno, hoy voy bien) que el confinamiento, que “salva vidas”, mate al espíritu, privado del Santo Sacrificio.