Halliburton tiene razones para sonreír, pues ha vuelto a números negros en el primer trimestre, en concreto ha tenido un beneficio neto de 141,5 millones. Todo ello, pese a la fuerte caída de ingresos (-31,5%)… y sigue insistiendo en crecer fuera de Norteamérica, algo que no es baladí teniendo en cuenta que ahora está Joe Biden en la Casa Blanca.

La petrolera estadounidense ha logrado mejorar su situación respecto a las ganancias, porque hace un año tuvo unas pérdidas de 847 millones por depreciación de activos. Asimismo, el fracking, técnica en la que es líder mundial, se vio afectado por el Covid-19… y ahora conviene recordar que no gusta a Biden ni a su vicepresidenta, Kamala Harris, así que no se lo pondrán fácil.

El beneficio operativo ha sido de 308 millones hasta marzo, lejos de las pérdidas de 475 millones por el cargo negativo contable de 893 millones de la depreciación de activos. Sin embargo, los ingresos han caído un 31,5%, a 2.873 millones: los de la división de producción se han situado en 1.557 millones (-36,9%) y los de perforación, en 1.316 millones (-23,8%).

Halliburton estuvo dirigida por Dick Cheney entre 1995 y 2000, y acabó siendo vicepresidente de EEUU (2001-2009) con George W. Bush: muchos acusaron a la petrolera de recibir un trato especial porque logró muchos contratos millonarios en Irak, Kuwait y los Balcanes

“Estoy contento con nuestro rendimiento del primer trimestre, lo que demuestra los beneficios de nuestro sólido apalancamiento operativo en un mercado global en recuperación”, ha afirmado el presidente y CEO de Halliburton, Jeff Miller. Además, es “optimista” en este año de “transición” y considera que la innovación tecnológica, las inversiones digitales y la eficiencia de capital les permitirán crecer internacionalmente y maximizar el valor de Norteamérica.

Conviene recordar que la industria petrolera y los altos cargos de EEUU han tenido una relación estrecha que no siempre ha llegado a buen puerto: por ejemplo, en 2016, Halliburton anuló la fusión con Baker Hughes al no poder cumplir con las exigencias de los reguladores. La primera tuvo como CEO a Dick Cheney entre los años 1995 y 2000, cuando George W. Bush, entonces gobernador de Texas, le eligió para formar parte de su candidatura presidencial en las elecciones de noviembre del año 2000 y acabó siendo vicepresidente de EEUU entre 2001 y 2009: fueron muchos los que acusaron a la petrolera de recibir un trato especial porque, paradójicamente, consiguió muchos contratos millonarios en Irak, Kuwait y los Balcanes.