Preguntaba Jon Añarritu (Bildu), en el Congreso, por qué en Bruselas sí y en España no. En definitiva, por qué Pedro Sánchez no llama a Pablo Iglesias, quien asentía lamentando que el presidente no estaba por la labor de contactar con su partido. Así, Podemos se ha convertido en el Pleno del Congreso en una de las atracciones principales que dominaban la mayoría de las intervenciones.

Iglesias ha insistido en que para poder cumplir con sus 370 objetivos, el PSOE necesita "un gobierno estable con una base parlamentaria sólida". Además, ha advertido de que estabilidad es lo que necesita el país para enfrentarse a teros como Brexit o la recesión económica que podría aterrizar en el continente durante los próximos años. 

Recalcaba el ejemplo de la política italiana, haciendo saber a Sánchez que la coalición es posible y que "la gente no ve bien cuando alguien intenta un adelanto electoral pensando que van a tener ventaja". "Usted debería mirar más a su izquierda", ha espetado: "Los aliados no pueden ser los liberales europeos y los populares europeos".

Un monárquico y un republicano formando un gobierno de coalición...

Son pocas las críticas que lanza Podemos al PSOE: la respuesta del Gobierno frente a la crisis migratoria, en concreto respecto al caso del Open Arms, y la falta de interés de los socialistas por llegar a un acuerdo: "¿Sabe cuántas veces me ha llamado usted desde la investidura fallida? Cero. Le tendré que llamar yo, pero implica saltarse un protocolo evidente que es el candidato el que tiene que descolgar el teléfono", decía después de que el presidente animara a Albert Rivera a reunirse con él. "Le vuelvo a tender la mano, señor Sánchez", concluía Iglesias a la desesperada.

Por cierto, recordaba el podemita una anécdota que se producía minutos antes, al preguntar el presidente a Rivera si era o no monárquico. El naranja le devolvía la pregunta a la que Sánchez afirmaba que él si lo es. Un monárquico y un republicano formando un gobierno de coalición... si al final Sánchez tendrá razón con eso de que esa relación no llevará a buen puerto... mejor, elecciones... pero sin que se note.

Las encuestas envalentonan a Sánchez: ahora puede despreciar a Podemos y a la derecha. Nunca se le había visto tan agresivo como el miércoles, en el Congreso.