Hispanidad le preguntó en su día a la entonces portavoz del Gobierno Isabel Celaá quién, según el Gobierno socialista, debe educar a los niños: los padres o el Estado. Doña Isabel se molestó muchísimo, incluso llegó a afirmar que esa no era una pregunta para una rueda de prensa en Moncloa -cosa serísima- pero no respondió lo que cabría esperar de cualquier persona con sentido común: la educación es cosa de los padres, que son los que desean lo mejor para sus hijos. Por eso, educan y forman mejor que la clase política. El Estado no ama a sus ciudadanos salvo en su condición de contribuyentes, mientras los padres suelen sentir una cierta querencia hacia sus retoños.

En cualquier caso, el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones, y no según las convicciones e intereses cambiantes del Gobierno de turno, es algo tan evidente que no debería ser objeto de discusión.

La ministra Isabel Celaá no quiere guerra… pero llevará el pin parental a los tribunales

Pues como vivimos en una época donde se nos obliga a demostrar que la hierba es verde, el Gobierno de don Pedro Sánchez pretende ser el que eduque a los futuros ciudadanos: y así, Sánchez ha entrado en la batalla y el jueves 16 aseguraba que luchará contra el pin parental que propone Vox en Murcia y Andalucía con toda la fuerza de la Administración, que es aplastante, y en los tribunales, cada vez más al servicio del PSOE.

De entrada hay otra propuesta del grupo de Santiago Abascal mucho más importante: el cheque escolar. Es decir, un bono que se entregaría a los padres para que estos eligieran el centro escolar para sus hijos, el más acorde con su cosmovisión de la existencia.

¿Por qué no se pone en marcha el bono escolar? Pues porque los progres de izquierdas y también los de derechas, saben que los padres no son tontos: habría colegios con cola para entrar y colegios donde nadie querría llevar a sus hijos. Entre los primeros, la mayoría de los privados o concertados, es decir, católicos en su inmensa mayoría. Los segundos, los públicos donde, salvo excepciones, los padres sólo llevan a sus hijos cuando no tienen otro remedio.   

El gobierno socio-podemita abandera un lavado de cerebro a los niños pequeños, a espaldas de sus padres

El pin parental es otra buena idea: se trata de que los padres puedan negarse a que a sus hijos se les impartan algunas ‘enseñanzas’ que van contra sus convicciones. Por ejemplo, muchos grupos LGTB y feministas están dedicándose (y pretenden cobrar por ello, institucionalizando la nueva asignatura de educación afectivo-sexual) a darles clases a los pequeños, con contenidos que no aceptaría, no ya ningún padre o madre católicos, sino ningún progenitor con sentido común.

Son ese tipo de cursillos que llevaron -caso real- a una niña madrileña de cinco años, a volver a su casa y preguntarle a su madre:

-Mamá, ¿yo soy niña o niño?

La madre le dijo que, por supuesto, era una niña y que por qué le preguntaba tal cosa. La niña respondió que habían ido a su cole unos señores/as y que, tras su charla, ella, que siempre se había sentido niña, ahora no lo tenía tan claro. Hasta le habían dado un carné para que decidiera su identidad y eligiera si quería ser -como en la película Poli de guardería- niño con vagina o niña con pene. No, no es un error.

Pues bien, a Pedro Sánchez ese lavado de cerebro a niños de cinco años, esa perversión de la infancia, impuesta a los padres sobre sus hijos inocentes e indefensos, le parece un derecho por el que el Gobierno socio-comunista va a luchar. Di que sí. “Seremos firmes”, ha dicho, según su técnica habitual, de la que acusa a los demás, de mostrarse cruel con el débil (por ejemplo, los cristianos) y acobardarse ante el fuerte (por ejemplo Bruselas o los poderes financieros).

Naturalmente, la ministra Isabel Celaá, siempre finísima, asegura, en una campaña de propaganda aviesa de la televisión pública, esa que con el sanchismo se ha vuelto soviética, que no quieren “reñir” pero que acudirán a los tribunales para que Vox no pacte con el PP el pin parental en Murcia, Andalucía o Madrid.

Creo que Rocío Monasterio, la cabeza mejor amueblada de Vox, tiene razón cuando considera que más importante que el pin parental es el cheque escolar, que ha comenzado a implantarse en Madrid. Porque el bono escolar es el que quitará el poder a políticos y funcionarios y se lo devolverá a los padres, que son quienes nunca debieron perderlo. Porque el Estado, señora Celaá, se concreta en los políticos y los políticos no deben educar a los niños, no deben robarle los hijos a sus padres.