Por primera vez, no había crucifijo sobre la mesa, cuando prometió el cargo Pedro Sánchez, el sábado, en el Palacio de la Zarzuela ante SM el Rey de España, Felipe VI. Quizás porque don Pedro sólo tiene un dios, además reversible y modificable: la Constitución de 1978.

Ojo, que el nuevo presidente del Gobierno no jurara ante la Biblia sino que prometiera ante la Constitución de 1978 es bueno: si no cree en Dios no debe poner a Dios por testigo. Basta con que prometa ante la ley. Es menos pero es más sincero. No debe hacerlo ante la Biblia, que para un ateo como don Pedro es mito y leyenda. Ahora bien, poner el crucifijo no es optativo del prometedor sino de aquel ante quien promete el cargo, que no es otro que SM Felipe VI de Borbón, quien oficiaba en su propia casa. Para entendernos, si yo invito a comer a mi casa a un ateo puedo bendecir la mesa, le guste o no al huésped, porque resulta que soy el anfitrión. Y al revés: si un ateo me invita a su casa no puedo imponer que se bendiga la mesa: es su hogar y me tengo que amoldar a su voluntad… o excusar mi asistencia.

Pero entre el tibio Rajoy y el ateo Sánchez casi me quedo con el indocumentado

En definitiva, si no había crucifijo en Zarzuela el sábado 2 no se lo achaquen a Sánchez sino a Mi Señor Don Felipe, Rey de España, el mismo que, el día de su coronación, se negó, por vez primera en la historia de la monarquía española, a realizar ningún gesto religioso, hasta los mínimos que se le propusieron.

Incluso se negó a hacer un alto ante las cámaras en la capilla del Palacio Real. Unos segundos de rodillas habrían bastado para quien accedía a reinar sobre una población que en su 70% se declara cristiana. Es muy laico y muy progre nuestro Rey.

Así que nadie se extrañe de que retirara el crucifijo en la toma de posesión de Sánchez, no fuera a ofenderse don Pedro o la progresía. Eso sí, ofender a millones de católicos le importa un comino a su católica Majestad.

¿Y el Rey? No quiere ofender a la progresía, pero ofender a millones de católicos le importa un comino a su católica Majestad

Ahora bien, digo que Sánchez es Zapatero-2. Ateo y ligeramente antiteo. Es decir, pasamos del tibio Rajoy al ateo Sánchez. Yo casi lo prefiero. En serio. Recuerden lo que dicen las sagradas escrituras: “como no eres frío ni caliente, como eres tibio, estoy para vomitarte de mi boca” (Apoc. 3, 16). Rajoy era un tibio. Pedro Sánchez, un ateo practicante.

Eso sí, practicante y ejerciente. La Iglesia no le es indiferente: quiere acabar con ella.