La noticia del fichaje de Andrea Orcel como consejero delegado de Unicredit, confirmada este miércoles por el banco italiano y adelantada el martes por la agencia Bloomberg, vuelve a poner sobre la mesa la misma pregunta que surgió cuando estuvo a punto de recalar en el Santander: ¿qué hace un banquero de inversión dirigiendo un banco minorista?

La explicación más lógica es que el banco italiano quiere dar un giro a su estrategia, esto es, ir reduciendo el peso del negocio doméstico al tiempo que aumenta el del negocio de banca de inversión y gestión de patrimonios. Es el futuro que contemplan muchas entidades europeas ante la persistencia de los tipos de interés negativos del BCE. Y es una pena porque, como hemos explicado insistentemente en Hispanidad, la banca doméstica es la que presta un verdadero servicio a la sociedad.

El fichaje de Orcel por el Santander no fracasó porque era muy caro. Ana Botín se echó atrás -afortunadamente- porque la intención del italiano -mejor, la intención de los fondos que le apoyaban- era arrebatarle la Presidencia. Las sospechas saltaron en Boadilla cuando se dieron cuenta de que Orcel y UBS, banco del que procedía, mantenían buenos contactos con algunos de los fondos accionistas del Santander, algunos de ellos muy agresivos a la hora de solicitar a la entidad aumentar la remuneración y/o la cotización.

Por cierto, Orcel trabajaba en Merrill Lynch y participó en la fusión entre Credito Italiano y UniCredito, que dio origen al actual Unicredit, en 1998.

Y la última: al parecer, el banquero estaría dispuesto a rebajar la demanda que tiene abierta contra el Santander, de 112 a 60 millones de euros. Lo cierto es que, hasta ahora, Orcel ha ido perdiendo en las distintas instancias. El juicio comenzará el 10 de marzo.