Consejo de Ministros de la risión. Marisú Montero nos explicaba los millones que iba a dedicar el Gobierno para distinguir los huesos de reclusos republicanos, nada que ver con las osamentas de los franquistas, que llevan clavado en el fémur el yugo y las flechas. Son miles de osamentas de centenares de hombres enterrados en el Valle de los Caídos. Tarea fácil y sobre, todo, muy provechosa para la reconciliación nacional.

El Gobierno vuelve a liarse con los cadáveres. En el Valle de los Caídos, naturalmente

Y mientras el presidente del Gobierno lanzaba un ditirambo sobre su vicepresidente saliente -acógele Señor, con la misma alegría con la que yo te lo entrego- el susodicho Pablo Iglesias se “encaraba” con los varios fascista, cuatro, para ser exactos:

Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.

Pablo Iglesias es el prototipo de matoncillo cobarde. Por eso, hoy en la madrileña localidad de Coslada, se ha enfrentado a cuatro jóvenes que le gritaban “fuera, la casta, de nuestros barrios”. Se ha acercado a ellos provocador, eso sí, rodeado de muchos y sobre todo con la policía permitiéndole retar a uno de los gritones.

La verdad es que Iglesias hizo su leyenda alentando a los energúmenos antisistema para que se enfrentaran a los policías mientras él se quedaba ante los micrófonos -eso lo hacía muy bien- en eficaz denuncia de la represión policial.

Ione Belarra, ministra de asuntos sociales y Yolanda Díaz vicepresidenta

Precisamente, con su democrática participación en disturbios estudiantiles como los de Bolonia, siempre desde la retaguardia pero en vanguardia ante el micro, pergeñó su tesis doctoral, inicio de su brillante carrera económica.

El precitado Consejo de Ministros se ha quedado al margen del asunto. Iglesias nos vendió en redes sociales que había desatascado, mismamente él, con 287 millones de euros, la situación de la dependencia en España. La verdad es con que ese dinero no hay ni para empezar… suponiendo que hubiésemos debido empezar por algún sitio en eso que llaman dependencia y que siempre ha sido el resultado de la solidaridad de la familia, que es la institución menos ayudada.

En cualquier caso, el mensaje estaba claro: en un año como vicepresidente, Iglesias ha cambiado España.

Lo  más bonito: palo de Sánchez al pepero Núñez Feijóo para que no obligue a los gallegos a vacunarse

Ahora bien, a partir de los seis meses de estar en el Gobierno, no es que los ministros lo hagan bien o mal, es que ya no se les ocurre nada. Entonces es cuando venden un plan de modernización o informatización de la Función pública. Soraya Sáenz de Santamaría se pasó cuatro años vendiendo el plan de modernización de la burocracia y Marisú Montero ha empezado a venderlo hoy. Tenemos para otros cuatro años de gobierno, por lo menos.

Y como ya no se le ocurre nada a Iván Redondo, el Ejecutivo ha vuelto a liarse con los cadáveres. En el Valle de los Caídos, naturalmente. Dinero para identificar los cuerpos de reclusos republicanos -condenados, no asesinados, como ocurrió en la zona republicana- que ahora deberán ser identificados entre miles de huesos de centenares de osamentas.   

El Gobierno Sánchez entra en fase de parálisis: relación electrónica con el funcionariado. Soraya Sáenz de Santamaría nos entretuvo durante cuatro años con la monserga

Más, sale Iglesias y entra Ione Belarra, que se convierte en ministra de asuntos sociales y Yolanda Díaz en vicepresidenta. Por si hace demasiadas tonterías, Nadia Calviño asciende a la vicepresidencia segunda, mientras Pedro Sánchez presume de ser el único Gobierno del mundo con cuatro vicepresidentas. He dicho vicepresidentas, no con cuatro vicepresidencias, que también debe ser el único del mundo.

Lo más bonito de todo: el Gobierno ha aprovechado para arrearle un palo al gallego pepero Núñez Feijóo, por obligar a vacunarse. Ha hecho bien pero no deja de llamar la atención.

Todos contra Ayuso. Es el nuevo objetivo de Iván Redondo

Enrique Santiago, otro comunista matoncillo, se convierte en el secretario de Estado de la Agenda 2030.

¡Ah!, el Gobierno cambia de estrategia. Iván Redondo ya se ha convencido de que Isabel Díaz Ayuso es el enemigo a batir. El resto del PP no da ni para una batalla, En eso, no va desencaminado.