Consejo de Ministros del viernes 14 de junio. Isabel Celaá, ministra de Educación y portavoz del Gobierno, comparece ante los medios. Empieza su discurso alegando que esta ha sido una "semana clave" por las conversaciones entre el PSOE y los demás grupos, así como por el final del juicio del 'procés', listo ahora para sentencia.

"Cuatro elecciones, cuatro victorias", continúa Celaá, que detalla cómo, una por una, su partido ha ganado los comicios de los meses pasados. Así, concluye este bloque afirmando que "bloquear la investidura cuando no hay alternativa posible no tiene ninguna lógica". Al igual que sus compañeros, hace un llamamiento a la "responsabilidad" en el que insiste en la abstención de los demás grupos.

 "Queremos que Ciudadanos reflexione sobre su posición política", afirma Celaá

Comenta deprisa y corriendo que el presidente asistirá, durante la tarde del viernes, a la Cumbre de países del sur de Europa, en Malta, donde se encontrará con Emmanuel Macron, presidente de Francia. Casualidad, tal vez, ya que a lo largo de la mañana el francés amenazaba a Albert Rivera con romper la cooperación ya que no acepta "ambigüedades" con Vox

Respecto a esto último, comenta Celaá que "no es nada nuevo que haya personas con la naturalidad con que aquí se ve a la ultraderecha por parte del PP y Ciudadanos". "Queremos que Ciudadanos reflexione sobre su posición política", afirma la portavoz, que ha tachado de incoherente al partido de Rivera. Y es que más tarde ha matizado la incongruencia entre el origen de Ciudadanos y su situación actual, formando gobiernos con Santiago Abascal. 

A Sánchez le interesa España en clave nacional, Ciudadanos se queda con la local y la regional... y como jefe de la oposición.

Y es que lo que persigue Sánchez en una alianza con Ciudadanos, en concreto su abstención... en clave nacional. Lo que ocurra en el ámbito local o regional no le quita el sueño al presidente. Ejemplo de ello es el reparto de Zaragoza, Teruel y Huesca de Pablo Casado -su partido se queda con las dos primeras, si Vox se lo permite, y deja la restante a Ciudadanos- y Albert Rivera.

Es aquí donde difieren el presidente en funciones y Alberto Carlos: mientras el primero quiere un gobierno monocolor, el último se jalea con cualquiera que le garantice el poder. Por ello, está dispuesto a pactar con los socialistas en Ciudad Real y Albacete, mientras que apoya a los populares en Madrid y, en Barcelona, cede sus votos a Ada Colau. Por cierto, copia Ernest Maragall (ERC) la idea de Ciudadanos y le propone a Colau gobernar dos años cada uno.

Continúa la guerra contra Vox. Y es que el Javier Maroto, del lobby gay del PP, se suma a la reticencia francesa, afirmando que en la Comunidad de Madrid el gobierno no contará con miembros de Vox. Con amigos como estos, ¿para qué necesita Casado enemigos?