El pasado jueves día 6, Pedro Sánchez volvía a ejercer de Rey. Nuestro hombre está, como diría un castizo, ‘sobrao’. No convocó a la prensa en Zarzuela, como seguramente hubiera sido su deseo: lo hizo en Moncloa, mientras el resto de pequeños líderes políticos compartían las estancias del Congreso de los diputados.

Ahora el monarca, Pedro Sánchez I, decidirá quién es su valido. De nuevo ejerce de Rey: el jefe de Estado bis, que vuelve a convocar a sus súbditos, a todos los políticos Y los dos aspirantes más serios a la primogenitura: Albert Rivera y Pablo Iglesias. Ambos se desviven por quedar bien ante don Pedro, aunque con sentimientos encontrados.

En España, el PSOE quiere matar al deprimido… pues la depresión es la enfermedad de nuestro tiempo

La opción Iglesias sólo sería la solución de emergencia pero el líder de Ciudadanos es el verdadero novio deseado por Sánchez. Rivera está en un momento delicado: ahora mismo, soporta la presión del Nuevo Orden Internacional (NOM), de lo políticamente correcto, del consenso internacional, de la masonería profunda, si lo prefieren, que exige un Gobierno de coalición, o un pacto de legislatura, entre PSOE y Ciudadanos. No olvidemos que ambos suman mayoría absoluta. Rivera se aferra a una opción similar, también aceptada por el consenso NOM, que consiste en el memorial de la restauración: Cánovas y Sagasta, Sánchez y Rivera, alternándose en el poder, pero dándose apoyo mutuo.

Ahora bien, Sánchez con Rivera, ¿para qué? En economía los dos son capitalistas y socialdemócratas y los dos acabarán condenando a la economía española a una devaluación permanente, sin cuidar su industria y controlados por los tres tópicos económicos del momento: el monetarismo renacido, el  del océano de liquidez en el que se mueve la economía mundial desde hace 40 años, la preponderancia de lo público sobre la propiedad privada y el desastre ecologista de la lucha contra el cambio climático, que nos encamina a todos hacia el reparto de la miseria. En este tercer punto, PSOE y Cs comparten ideario con Podemos.

Pedro Sánchez y Albert Rivera son dos almas gemelas

Lo que va a distinguir la legislatura de Pedro Sánchez, la primera como ganador en las urnas va a ser la cultura de la muerte (nunca he sabido por qué le llaman cultura), en concreto, es la eutanasia. Una inutilidad homicida, dado que si se trata –como oficialmente se trata–, de combatir el dolor… el dolor se combate perfectamente con cuidados paliativos, que si en algo ha avanzado la medicina es en su capacidad analgésica.

Además, no se legaliza la eutanasia para aplacar el dolor, sino para buscar un cómplice, porque hemos perdido el sentido del pecado y del mal de tal forma que hasta el suicida niega su responsabilidad moral. Vamos, que hasta el suicida, que va a desaparecer de este mundo, quiere quedar bien ante el mundo, quiere aparentar bonhomía.

Se regulariza la llamada muerte digna para diluir la responsabilidad moral del homicida en el conjunto de la sociedad en general y de la clase médica, y la propia familia, en particular.

En cualquier caso, el PSOE quiere la eutanasia psíquica: eutanasiar al deprimido, siendo que la depresión es la enfermedad de nuestro tiempo -muchos candidatos- y, sobre todo, involucrar a sus deudos.

Porque lo cierto es que si alguien quiere suicidarse, no tiene más que tirarse por el balcón sin buscar conniventes para su acto homicida.

En resumen, Sánchez quiere ganar la última frontera (es un decir, inventarán otras) del mercado de la muerte: la eutanasia por depresión. Este será el objetivo de la nueva legislatura. A Sánchez no se le ocurre otra idea mejor que el suicidio… del prójimo. Bueno, para un día después de sacar del Valle de los Caídos la momia de Franco.

Y en todo esto, Rivera le apoya: que luego digan que están tan lejos el izquierdista feministo y el derechista pagano: ¡pero si son dos almas gemelas! Ambos merecen el aplauso de la nueva masonería, del Nuevo Orden Mundial, del democrático consenso internacional, en definitiva, de lo políticamente correcto.

¿Acaso no les resulta hermoso?