El Congreso chileno llegó a un acuerdo en la madrugada de este viernes para convocar en abril de 2020 a un plebiscito por una nueva Constitución que sustituya a la actual, vigente desde la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), tras casi un mes de violento estallido social, publica Infobae.

La consulta en abril de 2020 planteará dos preguntas: si se quiere o no una nueva Carta Magna y qué tipo de órgano debiera redactarla, si una “comisión mixta constitucional” o una “convención constitucional” o Asamblea constituyente. La actual Ley Fundamental, aprobada en plena dictadura de Pinochet, ha sido señalada por la ciudadanía en la actual crisis social como el gran escollo para construir un país más justo, añade infobae.

La crisis ya se ha cobrado la vida de al menos 22 personas -cinco de ellos presuntamente a manos de las fuerzas de seguridad- y miles de heridos y detenidos.

La crisis ya se ha cobrado la vida de al menos 22 personas -cinco de ellos presuntamente a manos de las fuerzas de seguridad- y miles de heridos y detenidos

Como hemos venido informando, las protestas sociales estallaron por las desigualdades y el aumento de los precios de los servicios básicos que vienen ocurriendo en el país desde mediados del mes de octubre. Pero han degenerado en odio anticristiano y ataques a las iglesias cristianas: profanaciones de sagrarios, incendios, imágenes religiosas decapitadas…

En las últimas horas se han producido más ataques anticristianos. Por ejemplo, unos encapuchados que robaron los bancos de la Catedral de Puerto Montt y las quemaron en barricadas, informa Cooperativa.cl.

Recientemente, una mujer de 26 años fue avistada por transeúntes intentando quemar la catedral de Puerto Montt, añade Biobiochile.

Además, el pasado 12 de noviembre un grupo de manifestantes atacó la iglesia San Francisco en Valdivia, en el sur del país. Allí profanaron el Santísimo y destrozaron bancos, muebles e imágenes religiosas con los que luego armaron barricadas en la vía pública, añade Aciprensa.

El pasado 12 de noviembre un grupo de manifestantes atacó la iglesia San Francisco en Valdivia, en el sur del país. Allí profanaron el Santísimo

Por todo ello, la Conferencia Episcopal de Chile invocó, a través de la oración, el perdón de Dios por estas profanaciones e imploró la bendición de la Virgen del Carmine, patrona del país. Los obispos aseguran que “junto con muchos chilenos y chilenas, nos oponemos radicalmente a la injusticia y la violencia, la condenamos en todas sus formas y esperamos que los tribunales identifiquen responsables y puedan castigarlos. Los violentos nos impiden mirar con la debida atención a los reclamos justos de la mayoría de los chilenos que quieren soluciones reales y pacíficas”, añade Fides.

Además, los obispos chilenos exigen un diálogo nacional amplio, participativo y diversificado sin exclusiones, y poner fin a la violencia de todo tipo, en un mensaje publicado el 12 de noviembre, con el título significativo: ‘¡Chile no puede esperar!’, recoge Fides.

Por otra parte, un grupo de personas que se manifestaban en la Plaza de la Independencia de Concepción, en el centro de la ciudad de la región del Biobío, derribaron la estatua de Pedro de Valdivia. Con lazos y decenas de personas tirando de distintos ángulos, el monumento al conquistador español cayó y desató los gritos de alegría de los manifestantes, recoge Tele13.

El derribo de la estatua se llevó a cabo, tal como había ocurrido en distintos monumentos de Pedro de Valdivia en otras ciudades del centro sur y sur del país

Según contó Armando Cartes, director de archivo histórico de Concepción, el monumento había sido donado por el gobierno español en la celebración de los 400 años de la fundación de Concepción. “Pedro de Valdivia no es cualquier militar español, sino que es el fundador de Concepción, fundador de nuestra nación y de muchas ciudades de Chile. Por lo tanto, su figura no se puede alejar de la historia de la ciudad”, dijo Cartes.

Y todo anterior demuestra que el odio anticristiano se vuelca en actos de odio a la Hispanidad, que entre otras cosas -por medio de los conquistadores y religiosos españoles- llevó a los países hispanoamericanos la fe en Cristo.

Y también demuestra que el movimiento de protesta chileno no sólo es una revuelta social sino una revolución de vándalos, perfectamente programada, anticlerical y antihispana.