La vicepresidenta Nadia Calviño está perdiendo todas las batallas frente al vicepresidente, Pablo Iglesias. Y se ha cansado de perder. La noticia de ahora mismo es que Calviño ha planteado a Pedro Sánchez el pulso abierto a Pablo Iglesias a cuenta de la derogación, íntegra o parcial, de la reforma laboral de Mariano Rajoy, fechada en 2012.

Porque Calviño sabe que la rigidez laboral (a Iglesias el cerebro no le da para tanto) es la causa de que España sea el país condenado al paro perpetuo… cuando la economía va bien y más cuando el PIB no funciona.  

Despido libre: el empresario no es un malvado que disfruta despidiendo trabajadores. Contrata cuando lo necesita y despide cuando no ingresa

Empecemos por el principio, la reforma laboral de 2012, de Fátima Báñez, convertida en el eje del mal por el PSOE -no lo olvidemos-, Podemos y los sindicatos CCOO y UGT, flexibiliza el mercado laboral, pero no mucho. Fue una reforma marianista. O sea, un poquito embarazada.

Simplemente,  Fátima Báñez redujo la indemnización por despido. Permite, en muy contados momentos, reducir los salarios por pérdidas y permite el despido por razones económicas y con condiciones. Es decir, no defiende la propiedad privada, como debiera, sino que abre una vía, y no muy ancha, al propietario para que puede rehacerse sin arruinarse. En cualquier caso, en España continúa siendo más sencillo divorciarse que despedir a un empleado.

La demonizada reforma laboral de 2012 fue marianista: un poquito embarazada

Lo cierto es que para vencer al paro crónico español se necesitan las tres patas de la mesa: despido libre -con indemnización pactada de antemano-, impuestos laborales bajos y salarios dignos.

Despido libre: el empresario no es un malvado que disfruta despidiendo trabajadores. Contrata cuando lo necesita y despide cuando no ingresa. Así de fácil. Pero si el coste del despido le arruina o si simplemente le prohíben despedir -como ha hecho la inefable ministra de Trabajo, Yolanda Díaz- pues entonces se lo piensa tres veces antes de contratar y trata de seguir el viejo proverbio: la plantilla ideal es un número impar inferior a tres.

En España continúa siendo más sencillo divorciarse que despedir a un empleado. El emprendedor debe perder el miedo a contratar

Y junto al despido libe, un solo salario, indefinido… con indemnización pactada de antemano.

Impuestos bajos. Los laborales claro, que afectan sobre todo, a las cuotas sociales. Sobre todo a las que no figuran en nómina, las que paga el empresario directamente a la Seguridad Social y que constituyen la losa más pesada de las empresas y el origen de todos los fraudes laborales que en el mundo han sido, como los autónomos.

Como hemos creado un gigantesco Estado del Bienestar, la izquierda se asusta cuando ve que no puede pagar las pensiones crecientes… y se niega a reducir las cuotas sociales. Por eso hay tantos falsos autónomos.

Hay que sustituir las cuotas sociales por el IVA y subir el SMI pero no sus impuestos anexos

Además, si las cuotas sociales no pagan ya ni la mitad de las pensiones, lo lógico sería quitar las cuotas y pagar las pensiones con IVA… que es lo que han hecho en otros países, lo que se denomina el modelo danés.

Salarios dignos. Pues sí, es fundamental. La mejor -y única- aportación positiva de Pablo Iglesias al debate económico es la subida del salario mínimo interprofesional (SMI). Y siendo la única cosa buena la hizo mal. Porque subió las precitadas cuotas la mismo tiempo, cuando lo que tenía que haber hecho el Gobierno Sánchez era subir el salario líquido, no los impuestos laborales que le acompañan. Es más, al salario mínimo hay que exonerarle del pago de cuotas.

Y si no se aplican esas tres medidas -despido libre, impuestos bajos, eliminación de cuotas y salarios dignos- pues el desempleo seguirá siendo la maldición eterna de España y, no menos importante, el espíritu emprendedor del español, ya muy debilitado, desaparecerá del mapa. Podemos y el PSOE se empeñan en el reparto de la miseria. Se lo ponen difícil a los que quieren crear riqueza y muy fácil a los que pretenden vivir del cuento. Ahora sólo falta que Pedro Sánchez, a quien el paro le importa un pimiento pues su único objetivo es permanecer un día más en el sillón de Moncloa, se decida por Calviño en lugar de por Iglesias. Con eso no saldremos de pobres pero, al menos, no acabaremos en la ruina total.