En público, el presidente de la patronal CEOE, Antonio Garamendi, habla en abstracto: defiende los ertes y, aunque advierte que hay que salir de la economía anestesiada en la que se mueve España, asegura que la negociación con el Gobierno es buena -es lo que le convierte a él en una estrella mediática- y que la situación para el temido año 2021 no tiene por qué resultar trágica.

Lo que los dirigentes españoles saben pero nadie dice en voz alta: en Europa, sobre todo en Alemania, se piensa que a España no hay que darle los fondos prometidos y hay que plantearse la intervención del MEDE

En privado es otra cosa. ¿España intervenida por Europa? Aún no estamos en esa fase digamos oficial, pero… Garamendi se asusta cuando le planteas la cuestión, porque, como todos el poder político y económico es muy consciente de que la intervención es una hipótesis más que real, y eso a pesar de que resulte injusta. Es más, el único que piensa que puede evitar con mentiras, en Madrid, las verdades que le recuerdan en Bruselas es un tal Pedro Sánchez… el que debe hacer las reformas.

Y así, un nervioso Garamendi responde que, si bien la amenaza de intervención no se ha planeado (sí se ha planteado), los españoles debemos salir de la “anestesia”. Sí, de la economía anestesiada en la que vive la economía Sanchista a costa de endeudar al país para un par de generaciones.

Garamendi, el gran negociador con el Gobierno socio-comunista, asegura que, como en Bruselas, “a nosotros tampoco nos gustan los populistas en el Gobierno” pero persiste en “la confianza” actual de Europa en nuestro país.

La clase dirigente española, tanto política como económica, es muy consciente de ello pero no se atreve a decirlo en voz alta. Por eso insta a Sánchez a hacer unas reformas a la que se opone Iglesias… y ahora también el sanchismo

Y es que hablamos de un secreto a voces. Lo que los dirigentes, sobre todo empresariales, españoles saben pero nadie dice en voz alta es esto: en Europa, sobre todo en Alemania, se piensa que a España no hay que darle los fondos prometidos -ya saben los 140.000 millones de euros 72.000 de ellos subvenciones- y que, además, hay que plantearse la intervención del MEDE.

En resumen, Garamendi es muy consciente de ello pero no se atreve a decirlo en voz alta para que no cunda el pánico. Por eso, niega la mayor, que ya se habla de intervención en Bruselas, y sobre todo en Berlín, insta a Sánchez a hacer unas reformas a la que se opone Iglesias… y ahora también el sanchismo, porque, si bien es cierto que en el Pacto de los Picapiedra está perdiendo Pablo y ganando Pedro, también lo es que la ideología de Pablo se está imponiendo al pensamiento débil de Pedro. Podemos no está socializando, es el Sanchismo quien se está podemizando.

¿Y sería bueno que Europa interviniera? No, porque con la intervención económica vendría la intervención ideológica. Las llamadas reformas -apretarse el cinturón y producir más- deben salir de nosotros mismos

¿Y sería bueno que Europa interviniera? No, primero porque, con la intervención económica, vendría la intervención ideológica. Y de esta Europa postcristiana no puede venir nada bueno. Les parecerá raro, pero la descreída España está llamada a que Europa vuelva a ser ella misma, a que recupere sus raíces cristianas: ¡Figúrense cómo estará el continente que alumbró el mundo moderno!

Las llamadas reformas económicas -apretarse el cinturón y producir más pero, sobre todo, afrontar el pavoroso envejecimiento de la población y la falta de natalidad- deben salir de nosotros mismos, de Madrid, no de Bruselas.

Sólo que Pedro Sánchez se niega, prefiere seguir viviendo de las “limosnas” de Europa. Debería saber que la Europa del siglo XXI se ha vuelto ferozmente egoísta y no ofrece limosna alguna. Sólo créditos y a cambio de la extorsión de nuestra soberanía.

En cualquier caso, España debe pasar de una economía subvencionada a una economía industrial, donde se suprimen todas las pegas a la contratación y al emprendimiento, donde se recupera libertad económica y respeto a la propiedad privada, bajo el bíblico principio de que el que no trabaje, que no coma.

España debe pasar de una economía subvencionada a una economía industrial: el que no trabaje, que no coma

Pero Garamendi tiene razón en la segunda parte de la historia (del ‘relato’, que dicen los cursis). El hombre que ha luchado por los ertes para que muchas empras no echaran el cierre, sabe que con los ertes no podemos continuar indefinidamente. Esa es una economía anestesiada y cuando despertemos de la anestesia nos va a doler porque la herida no se ha curado y las recetas sociopodemitas no hacen otra cosa que infectarla. Los políticos deberían tener el valor para decirle a los españoles que hay que apretarse el cinturón, trabajar más -cobrar menos no, porque en España se cobra poco- y atajar el envejecimiento de la población.

¿Pedro Sánchez posee esa valentía? ¡No me haga reír!

Por eso, la intervención europea empieza a ser algo más que una hipótesis, Por eso tiembla Garamendi… aunque no lo diga en voz alta. Por eso concluye que es malo que “nosotros” -los españoles- tan siquiera lo mencionemos.

Ahora bien, la discreción es buena virtud pero no modifica la realidad, don Antonio.