La crisis en Deutsche Bank es como una historia interminable. Ahora busca un nuevo mago que diriga sus destinos. John Cryan, el banquero británico que ha intentado reflotar durante los dos últimos años la entidad, orgullo de la banca germana, tiene los días contados, a pesar de que parecía seguro en su mandato, que concluye dentro de dos.

Cryan, que ha intentado poner orden desde 2015, cuando tomó el mando tras la dimisión por derribo del equipo anterior, será reemplazado como presidente ejecutivo. El banco ha empezado ya a buscar, de hecho, al sustituto, como refleja la prensa germana, en la que son noticia tanto las fracturas internas por el futuro del banco como la huida de los inversores, que se refleja en la cotización.

Los números cantan: en dos años, la capitalización del primer banco alemán se ha reducido a la mitad

No sólo Cryan es blanco de críticas. La presión de los accionistas llega también a Paul Achleitner, presidente del Consejo de Supervisión, enfrentado a Cryan. Las disputas entre ambos afectan a la estrategia del banco y la relación entre el Ceo y el presidente “se ha roto”, ha reconocido un algo cargo de la entidad.

A pesar de lo que pase, el BCE no dejará caer a Deutsche Bank porque arrastraría a otra crisis bancaria, nada deseable. En primer lugar, porque es el primer banco alemán y en segundo término, porque en enero de 2019 entra en vigor las medidas  sobre exigencias de recursos propios (CET1 fully loaded). No obstante, dicho sea también, Deutsche Bank no tiene problemas en ese sentido: el CET1 está en el 14%.

El enfado de los accionistas, en cualquier caso, no es para menos si tenemos en cuenta que las acciones han perdido, en dos años, la mitad de su valor, hasta una capitalización de 23.300 millomes de euros, cuando JP Morgan, para hacerse una idea, está en unos 307.000 millones.

“Es la compañía más disfuncional”, dice uno de los altos ejecutivos de Deutsche Bank

Deutsche Bank arrastra además serios problemas desde su reestructuración, cuyo origen está en las multas que ha tenido que pagar por prácticas bancarias irregulares. Los últimos resultados prueban que no levanta cabeza y que suma ya tres años de pérdidas. Eso exige nueva sfuentes de ingresos. De ahí, la venta del 25% de su gestora de activos.

Pero las multas son también un hándicap en el daño reputacional, que también influye para encontrar a un sustituto. Richard Gnodde, vicepresidente de Goldman Sachs y el máximo ejecutivo fuera EEUU, ha sonado como recambio, pero parece ser que rechazó la propuesta, y no es de extrañar porque es uno de los menos atractivos para el sector financiero. “Es la compañía más disfuncional”, ha dicho una de sus altas ejecutivas, Kim Hammonds, responsable de sistemas de TI, informaba ayer Handelsblatt.

También están en esa lista Jean Pierre Mustier, director ejecutivo del italiano Unicredit, o Bill Winters, director ejecutivo de Standard Chartered.

Pase lo que pase, el BCE no dejará caer a Deutsche Bank porque arrastraría a otra crisis bancaria.