Nuevo hecho histórico del Gobierno de Sánchez. Por primera vez en su historia, los inspectores de Trabajo, los subinspectores y el personal técnico y administrativo del cuerpo irán a la huelga, durante 24 horas, el próximo miércoles 30 de marzo.

Ya se concentraron ante las oficinas del organismo el pasado martes en 57 ciudades, para exigir al Gobierno que cumpla el acuerdo que suscribieron en julio, por el que se debía reforzar su plantilla, así como los medios materiales y técnicos de los que disponen.

La huelga cuenta con el apoyo CCOO, UGT, CSIF, el Sindicato de Inspectores de Trabajo, la Confederación Intersindical Galega (CIG), la Federación Estatal de Subinspectores de Empleo y Seguridad Social (FESESS), el Sindicato de Subinspectores Laborales de Seguridad y Salud (SISLASS) y la Unión Progresista de Inspectores de Trabajo (UPIT). El Sindicato Estatal de Subinspectores de Empleo y SS (Seslaess) ha decidido no sumarse.

Para parar esta huelga, el Ministerio de Trabajo ha abierto una nueva propuesta que se está negociando, y que los convocantes consideran insuficiente y exigen que la propuesta sea ratificada también por el Ministerio de Hacienda.

Los convocantes denuncian que sufre acumulación de déficit -vamos, que les faltan medios- que deja su actividad condenada “al fracaso”. "Puede llenarse el BOE de normas y compromisos y pueden seguir inflándose los discursos de todo lo que ya hemos hecho y de todo lo que nos resta por hacer desde la Inspección de Trabajo y Seguridad Social, pero en la situación en la que estamos actualmente, con los déficits que se soportan en esta institución, se trata de normas, compromisos y discursos vacíos", ha manifestado el portavoz de los inspectores de CSIF, Miguel Ángel Montero.

Al abandono del Gobierno se suman las modificaciones legales que se han producido durante la pandemia, con la reforma laboral, los ERTE y los constantes movimientos consecuencia de la crisis económica, destaca el CSIF.

Yolanda Díaz, la dama roja, que se autoproclamó como abanderada de la lucha contra la precariedad laboral, se enfrenta a la realidad de su propio personal: se sienten "abandonados".