LibrosLibres ha publicado un libro-entrevista con el entrevistador Vittorio Messori. Sí, recuerden el más famoso periodista católico del mundo, el hombre que entrevistó a Karol Wojtyla (Cruzando el umbral de la esperanza) y Joseph Ratzinger (Informe sobre la fe), ambos vendidísimos.

El entrevistador entrevistado, esta vez por el jefe editorial del Vaticano -no tengo claro lo que significa esto-, Andrea Tornielli, en una obra que lleva por título Por qué creo y en la que Messori vuelve a dar la talla, esta vez como periodista maestro. No, no hay muchos. En este caso, maestro de fe y, por tanto, buen analista político. 

Tiempo habrá de abundar en esta novedad bibliográfica pero hoy quiero ceñirme a algo bien concreto y que desconocía por completo. La noticia es que mi admirado Vittorio, admirado tanto en su condición de católico como en la de periodista, tiene anulado su primer matrimonio y él mismo lo pone como ejemplo de ese tesoro que los cristianos llevamos en vasijas de barro. La vasija de barro es... él mismo. 

"Si dicha declaración -de nulidad matrimonial- no hubiese llegado, habría sufrido, pero lo habría aceptado: no estoy disponible para morales que cada uno personaliza a su manera"

La segunda sorpresa es que Messori tardó en anular su matrimonio ¡22 años! Conozco un amigo que tardó ocho años y se ha cogido un cabreo de narices. 

Messori, sin embargo, no plantea ni la menor queja ante el proceder de la Rota, aunque recuerda que en alguna etapa su proceso de nulidad ha resultado una especie de calvario. En cualquier caso, ni el menor trato de favor por ser Messori y, además, el reconocimiento de lo que le dijeron tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI: "Me respondieron ambos que no había problema", explica Messori al entrevistador Tornielli pero, ojo, con las condiciones debidas: "Me respondieron ambos que no había problema puesto que, mientras estaba en curso el proceso para la declaración de nulidad, respetaba plenamente todo lo escrito por la moral católica".

Como siempre, los problemas morales dependen de la voluntad del sujeto: "Si dicha declaración -de nulidad- no hubiese llegado, habría sufrido, pero lo habría aceptado: no estoy disponible para morales que cada uno personaliza a su manera".

Y sí, había sufrimiento, no sólo dolor propio, sino también ajeno. Continúa Messori: "Respecto al contenido de la cuestión, al estar implicada otra persona que ha sufrido tanto como yo, te diré únicamente que todo se desarrolló con honradez y transparencia. Que fue así lo demuestran la extensión de un proceso que hubiera podido preverse mucho, si no lo hubiese sentido como un problema de conciencia, como un deseo de llenar toda mi vida de verdad".

Traducido: el dolor que nuestras decisiones provocan en nuestros seres queridos tampoco son excusa para dejar de comportarse como uno está convencido que debe comportarse. Ya saben, amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo: por ese orden.

Tampoco el dolor que nuestras decisiones provocan en nuestros seres queridos son excusa para dejar de comportarse como uno está convencido que debe comportarse

Tesoros de Dios en vasijas de barro. Y lo dice Messori, que no yo. Se lo ratificaron, ahora me entero, Wojtyla y Ratzinger, que no diluyeron la exigencia de la moral católica para ser 'clementes'... con Messori.

Y justo cuando el Papa Francisco ha pedido que no se eternicen los procedimientos de nulidad ni, en sentido opuesto pero que es lo mismo, se banalice el matrimonio, un invento que consiste en uno con una, entre otros con el objetivo de procrear y para siempre. 

La sana doctrina es siempre clemente con las personas e inclemente con los mandamientos: odia al pecado y ama al pecador. Regla de oro que no deberíamos olvidar.