La mayoría estamos a las puertas de volver al día a día, a la jornada laboral, las idas y venidas de los colegios, los atascos, el reencuentro de amigos y colegas, al gimnasio para bajar los excesos de las cervecitas en las terrazas… Además, posiblemente, después de los días de descanso lleguemos cansados de descansar, con una sobredosis de pereza importante incluso para nosotros mismos, quiero decir, para volver a ser otra vez la persona diligente que hace solo unas semanas nos parecía que éramos.

Además, es posible y es lógico, que durante estos días de estío hayas desconectado y no conozcas algunas novedades reales que tarde o temprano te afectarán como cristiano -aunque ahora no le des importancia porque lo ves lejano, como sucedió con el aborto, las leyes homosexualistas y la ideologización de género en los colegios y la sociedad-. Pero mira solo este par de noticias para ir calentando motores: Aumentan los ataques a los sagrarios, que además del agravio al Señor, demuestra que los que le odian creen en Él, y nosotros deberíamos de hacerlo también, creer en Él. El rosario se va a considerar un arma ofensiva y mostrarlo en público será un acto de odio a la sociedad no creyente, en Estados Unidos, pero ya se sabe, es el país de las ideas...

Por todo esto, la vuelta a la rutina conlleva la vuelta a la coherencia, caso más que probable de que se haya casi abandonado en la playa, el monte o el crucero… Sabemos que el encuentro con cada uno de nosotros es total, y que tiende a la perfección, cuando por nuestro interior circula el sentido de la vida, el compromiso de la fe y nuestras referencias sociales y familiares son reales. Precisamente para esto me permito traer veinticinco consejos prácticos para recristianizar el mundo, que un conocido argentino fomenta en su país y que considero súper exportables al mundo entero, y a España por razones más que obvias.

Se trata de ideas muy prácticas que pueden ayudar a vivir con más intensidad la presencia de Dios a diario en nuestras vidas: nuestra vida familiar, laboral o social; además de que bien tomadas pueden ser hasta divertidas. No obstante, los cristianos católicos no podemos actuar como martillos de herejes y aunque podemos -pero no debemos- imponer a los demás nuestras creencias, estas sugerencias hay que ponerlas en práctica con prudencia, con responsabilidad personal, entre otras cosas porque ninguna de ellas son obligaciones (recuerda, más bien son trucos para ayudarnos a ser mejores cristianos):

1. Bendecir la mesa, también cuando comamos fuera de casa o con amigos y sea conveniente.

2. Ponga una imagen de la Virgen, en la fachada de su casa.

3. Escriba de lo que sabe, con sentido cristiano.

4. En el restaurante, pregunta al camarero los viernes (especialmente en Cuaresma) qué platos de abstinencia le recomienda. Quizá esto nos lleve a explicar de qué va la pregunta y le hagamos un favor.

5. Recuerda al kiosquero de tu calle que la ley prohíbe exponer a la vista revistas pornográficas.

6. Si tienes hijos en edad escolar, no te limites a solicitar en el colegio la enseñanza de la religión para tus hijos: comprueba lo que les enseñan y protesta -como cualquier consumidor estafado- si en realidad lo que hacen es dar consejitos de vida alejados del Evangelio o la Biblia.

7. Si eres religioso, monja, sacerdote, etc., recuerda que el hábito es un signo testimonial. Posiblemente te miren más por la calle, incluso algunos mal, pero la labor religiosa debe reconocerse, no pasar inadvertida.

8. Si la suscripción al periódico, revista, canal digital, plataformas de cine, etc., no aporta coherencia a lo que deseas vivir tú y tu familia, cancela, que no te tiemble el pulso, serás una familia menos a la que manipular.

9. Valórate: escribe al director de periódico y sugiere que incluya la calificación moral de las películas de televisión.

10. Muestra con orgullo tu familia numerosa o numerosísima, y pregunta a tus amigos y conocidos, algo desconsolado, si ellos no han logrado tener más que la parejita.

11. Si eres sacerdote, dedica todas las horas diarias que puedas en el confesionario. Si no lo eres, pásate cinco minutos semanales por el confesionario.

12. No digas “hola”, di “adiós”. No digas “menos mal”, di “gracias a Dios”. No digas “quizá”, di “si Dios quiere”.

13. Atrévete a elogiar ante tus amigos virtudes que te han hecho crecer como la santa pureza, la mortificación corporal, la virginidad o la obediencia al Papa, y deja los acomplejos a un lado.

14. En Navidad pon árbol en casa, pero no suprimas el Belén. Rescatemos los christmas con un Nacimiento, y olvida las estampitas con niños cursis y celulíticos jugando con la nieve.

15. En verano, tapa las vergüenzas en la playa y ya puestos, mejor aún, veranea en el monte.

16. No te cuelgues un colmillo o lo que sea del cuello. El día de tu entierro comprobarás que una medalla-escapulario es mucho más práctica.

17. No pierdas el tiempo viendo cómo se cuece un huevo. Aprovecha el tiempo, porque un huevo pasado por agua estará en su punto en el tiempo de un Credo. ¡Recomienda trucos como este!

18. Repasa el catecismo con tus hijos, también te vendrá muy bien a ti.

19. Por la calle, con tu novia, ve de la mano, y regálale una bufanda si es que “pasa frío”.

20. Con la misma desenvoltura con que citas a Mahoma, Gandhi o Martin Luther King y muestras tu gran nivel intelectual, prueba con la Epístola a los Filipenses, el Evangelio de San Mateo o San Cirilo de Jerusalén… ¡van a flipar tus contertulios!

21. No regales el libro más vendido sin comprobar antes que no es una basura que contradice tus creencias. Mejor busca una obra clásica de espiritualidad.

22. Acostúmbrate: el sacerdote no es Paco o Manolo, sino Cristo. Muestra veneración a los sacerdotes, tratándoles de usted.

23. Haces bien en aprovechar las bendiciones que la Iglesia tiene prevista para bien de todos: en san Antón, lleva a tu perro y al gato; en san Cristóbal cuenta con tu coche; y por Pascua tu casa. Y por supuesto, dalo a conocer a tus amigos.

24. Sonríe. Un cristiano alegre ilumina al mundo que le rodea. Tenemos motivos de sobra para hacerlo.

25. Por último: no te quejes del mundo en que vives. Haz algo para mejorarlo, seguro que tienes herramientas para hacerlo.

Cómo hablar de Dios con un ateo (Sekotia) de Carlos Alberto Marmelada. ¿Tiene sentido hablar de Dios hoy? ¿Por qué ya no resulta tan atractivo el cristianismo en Occidente? ¿Es la fe una creencia retrograda, supersticiosa y precientífica? ¿Son compatibles la religión y la ciencia? ¿Cuáles son las consecuencias de la endémica indiferencia espiritual de nuestro tiempo? ¿Por qué huimos de lo trascendente y de lo divino? Ante una sociedad secularizada y descreída, la manera de hablar de Dios ha de ser otra… ¡Descubre cuál!

Creo. El credo contado a los niños (Bendita María) de Jesús Cortés Pendón. El Credo es nuestra profesión de fe. Hoy es vital pasar la fe a la próxima generación y qué mejor manera para pasar la fe que contar la acción de Dios en la propia historia. ¿Por qué creo en Dios? ¿Por qué creo en Jesucristo? ¿Quién es el Espíritu Santo?

La fe en la cultura del siglo XXI (Palabra) de Rafael Palomino. La fe cristiana está llamada a infundirse allí donde el hombre completa la labor del creador, transformando con inteligencia y amor el mundo que le rodea, transmitiendo un legado a las siguientes generaciones. El autor no tiene fórmulas precocinadas, sencillamente ofrece una propuesta para que el lector se sume a la tarea de llevar al mundo la fe de Cristo al mundo de las ideas y de la cultura en el siglo XXI.