Aunque mucho más importante fueron sus últimas palabras audibles, aquello de 'Jesús te amo', dirigido al crucifijo colgado en la pared, ante su cama. Fueron las últimas palabras audibles que pudo pronunciar Benedicto XVI, según el libro de su secretario personal. Pero Georg Gänswein también ha revelado lo que fue su testamento intelectual, que comenzara a escribir años antes de su muerte y que fuera puliendo a media que se acercaba su muerte. Por cierto, todos sabemos cuándo vamos a morir. Quizás no el momento exacto pero sí cuando entramos en fase terminal. 

En cualquier caso, pasen y lean ese testamento intelectual de Benedicto XVI: "Lo que antes dije a mis compatriotas, lo digo ahora a todos los que en la Iglesia se han confiado a mi servicio: ¡permaneced firmes en la fe! ¡No te confundas! A menudo parece que la ciencia -las ciencias naturales por un lado y la investigación histórica (particularmente la exégesis de la Sagrada Escritura) por otro- es capaz de ofrecer resultados irrefutables en contraste con la fe católica. He vivido las transformaciones de las ciencias naturales desde la antigüedad y he podido ver cómo, por el contrario, se han desvanecido las certezas aparentes contra la fe, resultando no ser ciencia, sino interpretaciones filosóficas sólo aparentemente debidas a la ciencia; así como, por otra parte, es en el diálogo con las ciencias naturales que también la fe ha aprendido a comprender mejor el límite del alcance de sus afirmaciones, y por tanto su especificidad. Llevo sesenta años acompañando el camino de la teología, especialmente de las ciencias bíblicas, y con la sucesión de distintas generaciones he visto desmoronarse tesis que parecían inquebrantables, resultando ser meras hipótesis: la generación liberal (Hamack, Julicher, etc.), la generación de esencialistas (Bultmann, etc.), la generación marxista. He visto y sigo viendo cómo la razonabilidad de la fe ha emergido y emerge nuevamente de la maraña de hipótesis. Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo".

En pocas palabras: la ciencia, aparentemente definitiva, pasa, la fe permanece. Y en cuanto a las herejías: antes de que la Iglesia certifique su falsedad... ¡ya han pasado de moda! Eso sí, antes han atormentado a un montón de corazones débiles.