Cae en domingo así que la Fiesta de Santiago Apóstol, patrón de España, aún podrá pasar más inadvertida para quien recela de ella. Conjurémonos para evitarlo.

Inadvertido, porque a los nacionalistas no les gusta el patrón de España. También porque a los enemigos del país -ahora mismo, con Marruecos y la morisca a la cabeza- no les gusta ‘este’ patrón que no en vano llamábamos ‘matamoros’ (no la Iglesia, sino el pueblo español) y a los bienpensantes, o sea, a los cristianos cretinizados, porque sienten miedo de mostrarse seguidores del Hijo del trueno: haz el amor y no la guerra.

Santiago el Mayor es el santo del ‘cánseme’. O sea, todo un patriota

Es verdad que la idiosincrasia española tiene más de mariana que de jacobea, del mismo modo que -dictaminaba Juan Pablo II, hoy santo- la Iglesia es antes mariana que petrina. Ahora bien, si hay un santo que imprimió carácter en España ese es Santiago Zebedeo.

En primer lugar es el santo del ‘cánseme’, lo propio de mi Asturias natal. Aprovecho para recordar que Asturias es España y el resto, tierra conquistada al morisco. Sí, Santiago el Mayor tiene que ser consolado a orillar del Ebro por la mismísima Madre de Dios,  porque su evangelización del finisterre ha resultado un fracaso. Bueno, un fracaso a la española, mucho con pocos y poco con muchos. Según la tradición cristiana se le adhieren unos varones que más tarde se convertirían en patriarcas, pero él, con mirada anglosajona, andaba melancólico por el escaso éxito.

Ante todo, un buen español debe insultar al maestro antes de convertirse en discípulo. Y después de su conversión exigir que caiga fuego del cielo para fulminar al obispo

Tampoco lo tuvo fácil San Pablo en Hispania, pues su llegada a Tarragona ni tan siquiera ha sido recogida en los libros canónicos.

Ya saben: Juan Español primero dice no, luego repite que no, se enfrenta al apóstol, le expulsa o martiriza… y cuando ya ha puesto todas las barreras posibles y ha perpetrado todas las barbaridades anticlericales, se convierte en el más fiel hijo de la Iglesia. Ante todo hay que insultar al maestro antes de convertirse en discípulo… y tras convertirse en discípulo pedir que caiga fuego del cielo y fulmine al obispo. Todo muy español.

El primer apóstol mártir tenía que ser patrón de España, un pueblo que a veces añora el Cielo y otras el Infierno pero al que molesta el paso por el Purgatorio

O mártir o martirizador. El primer apóstol mártir tenía que ser patrón de España, un pueblo que a veces añora el Cielo y otra el Infierno pero al que molesta el paso por el Purgatorio.

Este año 2021 se hace necesario conmemorar, de forma muy especial, a Santiago Apóstol. ¿Por qué? Pues porque las cosas, en efecto, no pueden ir peor en nuestra patria. Cada vez que oigo decir a alguien con criterio que “vamos mal, muy mal, no podemos ir peor”, tengo que darle la razón. Así es. Pero añado: las cosas van tan mal que estamos tocando fondo… por la sencilla razón de que se prepara una Edad de oro para España. Estoy convencido. Sí, andamos mortecinos y agonizantes pero eso es lo que ocurre antes de la resurrección de España, que anuncio gloriosa. A lo mejor antes tenemos que morir mártires, como Santiago el Mayor, pero percibo una minoría, todavía minoría, muy consciente de lo que está ocurriendo, preclara y esforzada, consciente de la gravedad de los hechos pero sabedora de dónde está la solución: en Santa María. En tiempo de crisis mayor, héroes mayores. Y se trata de una minoría invencible.