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La sesión de investidura de Alberto Núñez Feijóo no sólo aporta un resultado final, también, y me parece más significativo si cabe, que pone el foco en la calidad política de los diputados que ocupan el hemiciclo. Ha sido una degradante escena de ciertos expositores encumbrados a la tribuna de oradores que no hace más que reflejar la realidad personal de alguno de ellos. Los protocolos, los comportamientos de cordialidad parlamentaria y la educación social, ya ni se esperan.
Pero en justicia deberíamos exponer que no todos han sido así. Por hacer una división grosera de unos y otros, diremos que en la bancada de la derecha en términos generales, su comportamiento parlamentario es educado y el tono es correcto. Aportan ideas y discurso político, independientemente de si es o no de nuestro gusto. En ocasiones, tiran de ironía fina y denuncias directas, que todo puede ser, sin caer en la bajeza del tono tabernario de algunos otros diputados de otros partidos. Todo esto contrasta con la otra facción -la izquierda e independentistas en general, agrupados bajo el feudo socialista-, que hacen uso de símiles y palabras gruesas, cuando no de señalamientos personales o insultos.
La estrella del debate, sin la menor duda, ha sido Óscar Puente, que daba la réplica en sustitución de Pedro Sánchez, estrategia que ha servido para que al presidente en funciones se le tilde de cobarde y de maleducado a Óscar- ya conocido por el dóberman del PSOE-, con un discurso que mostró la bajeza del partido, ya que con su arenga demostraba la posición del PSOE y el estilo con el concurrirá en las siguientes intervenciones. Me pregunto por qué la izquierda, y la izquierda independentista, siempre hablan amenazantes, rencorosos, revanchistas y nunca proponen políticas para el debate, si no la imposición de la fuerza cuando están en coalición, que sin ella no son nada.
Estoy convencido de que una parte importante de los votantes socialistas son honestos y no toman con agrado cualquier peaje
No soy ni mucho menos fan de Feijóo pero reconocer lo que está bien hecho no me quita razón. Feijóo salió ganador aunque perdiera la votación del pasado día 27, y tan es así que según el diario El Mundo, El 19% de los votantes del PSOE investiría a Feijóo tras el debate. Por otro lado estoy convencido de que una parte importante de los votantes socialistas son honestos y no toman con agrado cualquier peaje. Sin embargo para estos y otros históricos del partido han tragado con los acuerdos de los filoetarras, coaliciones comunistas y dádivas a los independentistas con tal de que su líder acceda al poder, y terminan votando al PSOE de nuevo, como Felipe González, que después de poner a parir a Sánchez y a sus políticas, ha confesado que «esta vez me ha costado mucho votar a mi partido. Pues como él, hasta siete millones.
Sin embargo, creo que se promulgue una amnistía, con el eufemismo que se le quiera dar, eso va a costar a más de uno tragar saliva. De hecho según un estudio de La Razón nos muestra que el 78% de los votantes socialistas rechaza la amnistía, y el 70% no ve bien que se negocie con Puigdemont… Pero esto es lo que dice el pueblo, nada tiene que ver con las ansias de un autarca como Pedro Sánchez. ¿Y qué piensan los votantes de ser prisioneros de los nacionalistas y de que se rompa la igualdad entre españoles creando autonomías de primera (País Vasco y Cataluña), de segundas (casi todas, incluida Madrid) y de terceras (Extremadura y Canarias), ¿hará que se lo piensen más…? ¿No ven que el proyecto del PSOE no es socialista, sino sanchista? Al final, cuando preguntas en la calle, todo vale para que no ganen los “otros”.
Sea como sea el resultado final, llegue a gobernar quien gobierne, la próxima legislatura será de alta tensión porque las espadas quedarán en alto. La legislatura de Sánchez ha sido sucia y llena de bajezas cobardes por parte del gobierno, con una oposición renqueante, sin rumbo definido que, como un borracho desorientado, ha ido dando tumbos por el pasillo
El resultado de esta investidura fallida, anunciada y resuelta en nada, es una realidad. No obstante ha servido para una cosa tan importante como interesante: se ha demostrado que España está rota y enfrentada por sus políticos. Quizá por esto no sirven de nada los discursos porque los diputados, obligados a escuchar y reflexionar sobre lo que el oponente dice, ya llegan a su escaño con la decisión tomada, porque no desean oír nada más que su propia voz o porque la disciplina de partido les obliga. ¿No es lo más antidemocrático que hay? El discurso de Feijóo ha obligado a dar la cara a todos, peneuvistas incluidos, siempre camaleónicos y escurridizos, y a veces traidores.
Sea como sea el resultado final, llegue a gobernar quien gobierne, la próxima legislatura será de alta tensión porque las espadas quedarán en alto. La legislatura de Sánchez ha sido sucia y llena de bajezas cobardes por parte del gobierno, con una oposición renqueante, sin rumbo definido que, como un borracho desorientado, ha ido dando tumbos por el pasillo. Ahora parece que no será así, porque tanto el ala sanchista (socialistas, independentistas y comunistas) como la derecha, irán a degüello, hacer el mayor daño posible al contrario y solo saldremos perdiendo usted y yo.
Por cierto, la apuesta sigue en pie.
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