Es la segunda vez que acudo a Puy du Fou, el parque temático ubicado a pocos kilómetros de Toledo. Iniciativa de tradicionalistas franceses pero muy conscientes de que se dirigen a un público español.
La introducción de la denominación Puy du Fou es equívoca. Puede traducirse como la colina de las hayas o la colina de los locos. Yo le llamaría la colina del coraje, toda ella políticamente incorrecta.
Me quedé impresionado la primera vez, esta más. ¿Cómo lo defino? Puy de Fou puede traducirse como el antídoto de la ley de Memoria Democrática. Es un parque temático sin montañas rusas aunque con espectáculos espectaculares. Está dedicado a que la gente conozca su pasado, su historia y que, en el caso de España, no se avergüence sino que se enorgullezca de esa historia.
Puy du Fou ha decidido contarle a los españoles la historia del Cid, del descubrimiento de América, Lope de Vega y nuestro Siglo de Oro, de la cetrería, etc. Ahora Puy du Fou añade dos espectáculos más que aún mejoran el conjunto en calidad: la historia de Recaredo, el rey godo que inició la España católica, una verdadera maravilla de representación, y El tambor de la libertad, sobre la guerra de los españoles contra los franceses (sí, es un parque francés pero, por eso mismo, saben lo que supuso la Revolución Francesa, de suyo liberticida, al revés de cómo nos la han contado).
Resulta que la historia puede divertir... y la prueba es que la pasada temporada se cerró con 1,5 millones de visitantes.
Lo bueno también vende.