Lo primero, les recomiendo que se vean el vídeo entero (menos mal que tenemos los vídeos) de la homilía del Papa Francisco, en la tarde del 12 de diciembre, Festividad de la Virgen de Guadalupe, en el Vaticano, porque el resumen de los propios servicios de información del Vaticano, que figura justo a continuación del vídeo, produce la apariencia de que, en efecto, el Papa tiene al enemigo en casa. 

Sí, hay que insistir; a San Juan Pablo II y a Benedicto XVI se les insultaba pero no se les manipulaba; eran unos reaccionarios fascistas a los que había que lanzar dardos, pero no eran, como quieren a Francisco, una marioneta que manejamos a placer y que hacemos que diga lo que nosotros queremos que diga. Nadie como el actual pontífice podría acogerse al viejo refrán castellano: De mis amigos líbreme Dios que con mis enemigos me basto yo.  

Mejor es la crónica de la agencia Zenit, que insiste en las palabras de la Virgen, dos veces cita el contexto, de que Nuestra Señora de Guadalupe es una Virgen mestiza y que no hay que "desmestizar" a la Madre de Dios.

Que el Papa Francisco entone hoy un cántico al mestizaje, recalcando el carácter mestizo de la imagen grabada en la tilma de Juan Diego es un orgullo para España

La advertencia final de la homilía del Papa durante la ceremonia es la que más titulares ha copado entre los digitales católicos: que nadie se apropie ideológicamente de la Virgen de Guadalupe. 

Y el problema es que esta declaración papal, sin ulteriores precisiones, constituye el fruto de una exagerada diplomacia vaticana... especialmente en un momento en que el majadero Andrés Manuel López Obrador (AMLO) arremete contra la conquista española del imperio azteca, a la que califica como genocidio de los españoles. Lo que hizo Hernán Cortés no fue matar indios sino liberar a los indios del yugo azteca, uno de los más sangrientos, y particularmente satánico que ha existido en la historia... y que el pinchauvas que ocupa la Presidencia de México, el amigo AMLO, aplaude con entusiasmo con tal de arremeter contra España.

En otras palabras, España evangelizó México y toda América y la mayor gloria de esa evangelización es el mestizaje. ¿Acaso existe la raza anglo-india? ¿Verdad que no? Existe la raza hispana porque, presionados por sus principios cristianos, tanto los reyes de España, sobre todo Isabel y Fernando (por ese orden), Carlos I y Felipe II consideraron a los indígenas como hijos de Dios merecedores de respeto, mientras que los calvinistas anglosajones estaban convencidos de que, si eran salvajes, la culpa la tenían ellos y que -predestinación y clasismo protestantes- podían ser aniquilados. Y eso hicieron, los ingleses y holandeses exterminaron a los indígenas y se asentaron ellos, mientras los españoles nos casamos con ellas y nació la raza hispana, mestizaje del indio americano y del español mesetario.  

Si se mantiene el delirio del  pinchauvas de López Obrador resultará que la Madre de Dios se apareció al indio Juan Diego en el cerro de Tepeyac para capitanear y cristianizar una revuelta indigenista contra el genocida Hernán Cortés

Que el Papa Francisco entone hoy un cántico al mestizaje, recalcando el carácter mestizo de la imagen grabada en la tilma de Juan Diego es un orgullo para España. Y entiendo, aunque la exagerada diplomacia vaticana de Francisco no lo explicite, que el peligro de ideologización al que se refiere no es el que pueda aportar, por simplificar, la derecha española sino la izquierda indigenista. En palabras de Francisco durante la homilía del día 12: "Me preocupan las propuestas de tinte ideológico-cultural de diverso signo, que quieren apropiarse del encuentro de un pueblo con su Madre, que quieren desmestizar, maquillar a la Madre. Por favor, no permitamos que el mensaje se destile en pautas mundanas e ideológicas. El mensaje es simple, es tierno: «¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre?». Y a la Madre no se la ideologiza".

Yo no creo que estas palabras adviertan contra la reivindicación de la conquista española de América, reivindicación, por cierto, hoy inexistente, sino que constituyen una advertencia contra la utilización de signo opuesto y sin duda pagana, que los indigenistas pueden perpetrar de la devoción de toda Hispanoamérica, particularmente México, a Nuestra Señora de Guadalupe, por cierto, advocación mariana llegada desde España, como milenario río de luz

Y es que si dejamos hacer al pinchauvas de AMLO resultará que la Madre de Dios se apareció al indio Juan Diego en el cerro de Tepeyac para capitanear y cristianizar una revuelta indigenista contra el genocida Hernán Cortés.